martes, 19 de octubre de 2021

Historia Dominicana

 Diferencias en el Congreso Nacional: Pedro Santana y Arzobispo Portes, 14 de marzo del 1853

                 Pedro Santana


Presidente Pedro Santana: Señor Morilla he llamado a S. Iltma. ante el congreso Nacional, porque así lo exige el interés público.


Los dominicanos, señor arzobispo, se alzaron contra los haitianos en 1844, por disfrutar de independencia u sosiego; la Divina Providencia coronó el suceso, y los pueblos se reunieron en masa para dictar sus leyes politicas. En 1845, esos mismos pueblos pueblos pusieron en practica el Código de la Restauración francesa. Estas leyes, Señor Arzobispo, son las que el Presidente de la República ha jurado ante la Nación guardar y hacer guardar, cumplir y hacer cumplir. Y. Sr., Iltmo., el presidente está resuelto a hacer ejecutar estas leyes, a que los tribunales las guarden y las ejecuten.


El país, Señor Iltmo., está en anarquía, porque los poderes se confunden; las consecuencias de esto, las soportaremos inmediatamente un corto número de individuos que siempre presenta el pecho a los peligros. Así, yo lo he llamado a V. para que ante el Congreso Nacional jure la Constitución del Estado.


El Señor Arzobispo Portes: Señor Presidente: Voy a contestarle a V. en pocas palabras. Yo he jurado guardar la Constitución del Estado; pero sin renunciar a las perrogativas de mi Iglesia. Yo no juro leyes inicuas.


 PPS: Señor Iltmo: El pueblo está en la necesidad de darse leyes, y no puede consentir dos poderes en el Estado, porque no puede haberlos.


SAP: No, no, señor Presidente: no diga V. eso, hay dos potestades aquí, la Civil, y la Iglesia. Yo un enviado de Dios.


PPS: Señor Arzobispo, repito a S. Iltma. que yo he jurado hacer observar las leyes del país; y los Codigos están en vigor o no, señores Representantes de la Nación?


Varios Respresentantes, Si, Señor


PPS: Pues bien: con esas leyes se me ha entregado el país, con esas leyes está en relación con otras naciones, y sabré hacerlas cumplir. Vosotros sabéis que el Presidente debe observarlas.


SAP: No, no!, señor Presidente.


Varias voces del pueblo y de la Representación Nacional: Sí, si!


SAP: Está bien: ya veo que esto está ensayado.


PPS: No, se equivoca V. Señor Arzobispo; el Presidente Santana nunca usa tales medios. Y además, no es hoy la Representación Nacional quien va a resolver, sino yo, que soy el depositario de la tranquilidad pública, y veo que la República está en anarquía.


SAP: Son herejes los que imbuyen a V. en esas ideas.


PPS: No Señor Arzobispo, yo procedo por mí; a mi no me influye nadie. Si herejes son los que no piensan como V., todos seremos herejes, pero V. está en la obligación de jurar la Constitución del Estado.


SAP: No señor, yo no juro esa Constitución maldita, esa Constitución herética. Me embarcaré primero.


PPS: Advierta S. Iltma. que yo no soy hombre de fuerza; yo soy hombre de pueblo, yo sigo al pueblo, yo voy con él. Y si el pueblo me dice -Vamos a lanzarnos en un despeñadero- yo me lanzo con él.


Varias voces: Viva el Presidente de la República!


SAP: Bueno, embarqueme.


PPS: No: no, señor Arzobispo, yo no lo embarcaré a V. 


SAP: Pues yo me iré.


PPS: (Presentándole un pliego). Bien: aquí tiene V.


SAP: (Tomándole): Que es esto? (abriendole) mi pasaporte...! Corriente: me embarcaré, y Señor Presidente, tendrá que acordarse de mí.


PPS: Señor Arzobispo. Yo siempre he sido y soy muy religioso, muy católico. El pueblo dominicano lo sabe bien; yo lo aprecio a V. mucho como individuo; pero ahora me veo forzado a proceder como Presidente de la República, encargado de guardar la tranquilidad de ella. El clero amenaza alterarla, y es mi deber adoptar una medida que salve el país. Yo siempre he sido el mediador del Clero y el Pueblo ; yo siempre he vencido sus dificultades: Y cuantas veces se me ha querido azuzar contra el orden público...! (Aquí se detuvo el Presidente como evitando revelar especies trascedentales del Clero contra el Pueblo). Pero! Pueblo dominicano, yo no abuso del poder, yo no hago fuerza! Yo lo que quiero es salvar el país!


Al oir esto, el Pueblo y la Representación Nacional volvieron a vitorearle gritando: Viva el Presidente Santana!


En ese momento se retiró el Senor Arzobispo, acompañado de la Comisión, aunque la rehusaba.


PPS: El Clero no debe tener ninguna participación en los asuntos del Estado. Ahí está la primera Nación del mundo, la Francia, que va a la vanguardia de la civilización: Y que es alli del Cler? Cuantas penas no tiene allí el sacerdote que sube al púlpito y se mezcla en los negocios políticos? Y entre nosotros por qué han de excederse de sus facultades los sacerdotes? Vosotros sabéis los abusos que han cometido en las Provincias de El Seibo, reduciendo a prision a algunos de nuestros conciudadanos; así como en la del Cibao, poniendola en peligro de formar una secta aparte; y mucho más por la excomunion de que tenéis tanta noticia como yo.


Cuando Jesucristo estableció nuestra religión, lo hizo sin carceles ni prisiones; Jesucristo no enseño la religión por la fuerza; y entre nosotros se cometen demasiado abusos en nombre de ella.


Prometer yo hacer cumplir las leyes del Estado, y tener el Clero por obstáculo, es una posición muy dificil. Así no puedo gobernar.


Y enseguida, y dirigiéndose al señor Presidente y demás miembros del Congreso añadió: 

Este ha sido, Señores, el objeto de haberos suplicado que la sesión comenzara por mis explicaciones con el Señor Arzobispo. Espero que el congreso sabrá apreciar en su justo valor la determinación que acabo de tomar.


El Señor Presidente del Cogreso: Señor presidente, yo, a nombre de mis compañeros y del Pueblo dominicano a quien representamos, doy a V. las gracias por la acertada medida con que acaban de zanjar las dificultades interiores del país, porque es medida que hace honor a la República.


Verdad es, que se nos hará sensible la ausencia del Señor Arzobispo; pero la salud pública lo exige así, y ademas, el pueblo dominicano sabrá proporcionarse un Prelado que,  aunque no tan digno, ocupe la cabeza de la Iglesia.


PPS: Sí, señor: La ausencia del Señor Arzobispo nós será sensible; pero peor sería probar las consecuencias de consentir que continuara ingiriéndose en asuntos del Estado; consecuencias que de momento no caería sobre todos, no, sino sobre el General Santana, sobre otros Generales y sobre los soldados. Y advierto, que yo no me pondría a la cabeza de las tropas para ir a batirme con mis conciudadanos, a prenderles y a fusilarles por cualquier excitación producida por el Clero. Yo solo marcharía contra ellos en un caso de rebelión.


Yo entiendo por el Pueblo, no un puñado de hombres; no, yo entiendo por Pueblo, todos los hombres de la Republica; y así no me detengo por consideraciones a determinados individuos. Desgraciado el gobernante que para crearse partidos tiene que hacer promesas a algunos hombres, y después se vuelven enemigos por no haber podido cumplirselas... En fin, dominicanos: el Pueblo es soberano aquí y en todos los países libres y como tal debe obrar en momentos críticos como este.


El Presidente del Congreso: (Tomó la palabra, y de la mesa un ejemplar de la Constitución del Estado). El Señor Arzobispo ha calificado de herética la Constitución politica de la República; y para que vea con cúan poco fundamento ha procedido S. Iltma. bastará leer el nombre de los Representantes de la Nación nombrados para redactarla, y de entre ellos contar los sacerdortes que ocurrieron a su formación. 


En seguida procedió a verificar la lectura de la lista de aquellos Representantes, colocados al final de Constitución, y apareció subir a 9 el número de los sacerdotes a quienes aludió el mismo señor presidente del Congreso.


Alrededor de las 11:30 de la mañana finalizó la sesión pública y el Señor Presidente del Congreso imploró al pueblo que se retirara porque iba a proceder una sesión secreta.




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