domingo, 27 de febrero de 2022
Juan 3:20
Reino Animal
5 animales que aprendieron a usar matemáticas
Parece que la capacidad abstracta para comprender los números no es exclusiva de los seres humanos. Diferentes clases de animales han demostrado tener sorprendentes habilidades cognitivas que les permiten la interiorización de las matemáticas. Especies de distintas clases tienen la capacidad de entender conceptos e incluso establecer conexiones entre los números para realizar cálculos, sumas o comprender el concepto de cero.
Aunque aún permanecen muchos enigmas sobre la capacidad matemática de los animales, desde hace años los científicos estudian cómo es que insectos, anfibios, aves, mamíferos e incluso reptiles, pueden distinguir entre diferentes números de objetos en un conjunto o sonidos en una secuencia.
De acuerdo con el científico Giorgio Vallortigara de la Universidad de Trento, la noción de estos seres sobre el concepto de cantidad, se llama numerosidad. Y contrario a lo que podría pensarse, que sólo aparece en animales como los primates, la numerosidad se presenta en muchas especies de distintos órdenes, incluso en los insectos.
Para prueba de ello está el problema del cero, pues es uno de los conceptos más enigmáticos en las matemáticas. Entender qué es, puede ser problemático hasta para el propio humano, ya que implica la compresión de que el cero no es lo mismo que la nada. Pero sorprendentemente algunos animales lo comprenden bastante bien.
Animales con habilidades matemáticas
Cuervos
Los cuervos han ganado popularidad en los últimos años pues distintos estudios han mostrado su gran inteligencia. No sólo son capaces de comprender la injusticia y desarrollar una consciencia similar a la de los humanos, sino que también comprenden perfectamente el uso del cero. Diversos estudios han demostrado que estas imponentes aves pueden hacer estimaciones matemáticas simples.
En un artículo publicado en Journal of Neuroscience, investigadores descubrieron que los cuervos son una de las especies que comprenden ampliamente el uso del cero. Son capaces de comparar conjuntos distintos de objetos y logran descifrar la jerarquización de números. Lo que implica que entienden que el cero es diferente de la nada y que además, es un valor inferior y el más pequeño de entre una lista de números.
Hormigas
A pesar de tener un diminuto tamaño, las hormigas son famosas por ser uno de los insectos más organizados. Ahora se sabe que además pueden realizar cálculos simples. Un estudio reciente descubrió que cuando las hormigas de fuego cruzan diferentes superficies, eligen la mejor ruta para minimizar el tiempo total de la caminata en vez de la distancia recorrida.
El comportamiento de las hormigas indicaría que estos insectos pueden calcular el camino más corto para llegar a una fuente de alimento, con el fin de reducir el tiempo de viaje o conservar energía.
Primates
Una pista sobre cómo funciona su cerebro se encuentra en el estudio realizado por la neurobióloga Margaret Livingstone de la Escuela de Medicina de Harvard. Junto a su equipo logró enseñar a tres macacos rhesus a asociar los números arábigos del 0 al 9 y 15 letras seleccionadas con los valores del cero al 25.
Los monos aprendieron a elegir los símbolos asociados a valores para obtener una cantidad de cosas. Posteriormente lo utilizaron en cantidades de gotas de agua, jugo de manzana o refresco de naranja como recompensa.
Los investigadores comenzaron dándoles a elegir entre una suma y un sólo símbolo en lugar de dos. En 4 meses, los monos aprendieron cómo funcionaba la tarea y pudieron sumar dos símbolos de manera efectiva y comparar la suma con un tercer símbolo único.
Abejas
Científicos de la Universidad RMIT en Melbourne encontraron que las abejas pueden sumar y restar si están entrenadas para hacerlo. Y aunque es posible que estas operaciones básicas no sean útiles para la vida cotidiana de una abeja, no deja de ser sorprendente.
Sus habilidades cognitivas requeridas para realizar operaciones matemáticas, también les permiten hacer otras tareas. Por ejemplo, pueden vincular los rasgos visuales con una recompensa. Lo que puede ayudarlas a buscar alimento o a identificar qué características de las flores (como el color, la forma o el tamaño) pueden proporcionar recursos esenciales y cuáles no.
Loros
Otro de los animales que ha demostrado ampliamente sus habilidades con las matemáticas, es el loro. Un ejemplo claro de esto es el trabajo que hizo Irene Pepperberg con los loros grises africanos, en el que las aves demostraron tener una amplia gama de capacidades aritméticas.
Para probar las capacidades aritméticas de dos aves, Alex y Griffin, la investigadora mostró un conjunto de objetos en un recipiente y en cada caso preguntó: "¿Cuántos?". Los loros luego de una serie de repeticiones pudieron proporcionar la respuesta de manera confiable para cantidades de hasta seis elementos.
viernes, 25 de febrero de 2022
Manlio Dinucci
El expansionismo de la OTAN en Europa
Increíble pero cierto. Una alianza militar, la OTAN, cuyo funcionamiento viola los principios de soberanía y de igualdad de los Estados miembros –principios inscritos en la Carta de la ONU– se ha extendido durante los 23 últimos en violación de los tratados internacionales. Es un hecho palpable y tremendamente grave pero todos fingen no verlo.
«La ampliación de la OTAN en estas últimas décadas ha sido un gran éxito y ha abierto además el camino a la ampliación de la Unión Europea.» Eso afirmaba, el pasado sábado, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en Munich, durante la Conferencia sobre la Seguridad. Para una completa comprensión de sus palabras, es importante reconstruir los principales elementos de ese «gran éxito».
Esa historia comienza en 1999, precisamente el año en que la OTAN destruyó Yugoslavia haciéndole la guerra, después de haber anunciado –en la cumbre de Washington– la intención de realizar «operaciones de respuesta a las crisis, no previstas en el Artículo 5, fuera del territorio de la alianza». Olvidando que se había comprometido con Rusia a «no extenderse ni una pulgada hacia el este», la OTAN comienza su expansión… hacia el este. Así absorbe los 3 primeros países del ya desaparecido Pacto de Varsovia: Polonia, la República Checa y Hungría.
Posteriormente, en 2004, la OTAN se extiende a otros 7 países: Estonia, Letonia, Lituania (3 repúblicas ex soviéticas), Bulgaria, Rumania, Eslovaquia (3 ex miembros del Pacto de Varsovia) y Eslovenia (que había sido parte de Yugoslavia).
En 2009, la OTAN absorbe también Albania (que también había sido miembro del Pacto de Varsovia) y Croacia (que había sido parte de Yugoslavia). En 2017, se extiende a Montenegro (antiguamente parte de Yugoslavia) y en 2020 abarca también Macedonia del Norte (que también había sido parte de Yugoslavia).
En resumen, en 20 años la OTAN, que antes contaba 16 Estados miembros, se extiende a 30 países.
Washington obtiene así un triple resultado.
1- Extiende hasta las puertas de Rusia –y dentro del territorio de la antigua URSS– la alianza militar que obedece a las órdenes de Estados Unidos: el Comandante Supremo de las fuerzas aliadas en Europa siempre es «por tradición» un general estadounidense nombrado directamente por el presidente de Estados Unidos, y los demás puestos de mando fundamentales también están en manos de militares estadounidenses.
2- Al mismo tiempo, Washington pone los países del este de Europa no tanto al servicio de la OTAN como directamente al servicio de Estados Unidos: desde el momento mismo de su entrada en el bloque militar, Rumania y Bulgaria ponen a la disposición de Estados Unidos las importantes bases militares de Constanza y de Burgas, en el Mar Negro.
3- Con la ampliación de la OTAN hacia el este, Estados Unidos refuerza su propia influencia sobre Europa. Entre 2004 y 2007, 7 de los 10 países del centro y del este de Europa se convierten también en miembros de la Unión Europea. O sea, la OTAN se amplía hacia el este y sus nuevos miembros pasan a ser también miembros de la Unión Europea. De los 27 países miembros de la Unión Europea, hoy 21 son también miembros de la OTAN, la cual sigue las órdenes de Estados Unidos.
El Consejo del Atlántico Norte, que es el órgano político de la OTAN no toma sus decisiones por mayoría sino «por unanimidad y de común acuerdo», o sea de acuerdo con lo que se decide en Washington. La participación de las principales potencias europeas en tales decisiones –menos la de Italia, que siempre obedece en silencio– es siempre objeto de conciliábulos secretos con Washington en busca de concesiones mutuas. Esto implica un debilitamiento de los parlamentos europeos –como en el caso de Italia–, ya privados en este momento de verdadero poder de decisión en el sector militar y en materia de política exterior.
En tal contexto, Europa se ve hoy en una situación todavía más peligrosa que la de la guerra fría. Tres países más –Bosnia-Herzegovina (que fue parte de Yugoslavia), Georgia y Ucrania (otras dos repúblicas ex sovieticas)– son candidatos a entrar en la OTAN. Jens Stoltenberg, más vocero de Estados Unidos que de la alianza atlántica, declara: «Mantenemos la puerta abierta y, si el objetivo del Kremlin es tener menos OTAN en las fronteras de Rusia, sólo obtendrá más OTAN.»
En la escalada Estados Unidos-OTAN, claramente destinada a hacer estallar una guerra en medio de Europa, entran en juego las armas nucleares. En 3 meses Estados Unidos comienza la producción en serie de sus nuevas bombas nucleares B61-12. Ese armamento atómico será desplegado –bajo las órdenes de Estados Unidos– en Italia y en otros países de Europa, probablemente también en el este.
Además de esas nuevas bombas atómicas, Estados Unidos tiene ahora en el este de Europa dos bases terrestres, en Rumania y en Polonia, y 4 buques de guerra dotados del sistema de misiles Aegis, capaz de lanzar tanto misiles antimisiles como misiles del tipo crucero portadores de cargas nucleares. Y también está preparando misiles nucleares de alcance intermedio que serían desplegados en Europa apuntando a Rusia, un enemigo inventado pero que si es atacado puede responder de manera altamente destructiva.
A todo eso se agrega el impacto económico y social del incesante incremento de los gastos militares. En la reunión de los ministros de Defensa de la OTAN, Stoltenberg anunció en tono triunfal que «este año es el séptimo año consecutivo de aumento del gasto de defensa de los aliados europeos, que se elevó en 270 000 millones de dólares desde 2014». Se trata siempre de fondos públicos sustraídos a los gastos sociales y a las inversiones productivas, a pesar de que los países europeos todavía tienen que recuperarse del confinamiento económico de 2020-2021.
En Italia, los gastos militares han sobrepasado los 70 millones de euros al día, pero todavía no es suficiente. El primer ministro Mario Draghi ya anunció que:
«Tenemos que dotarnos de una defensa más significativa. Es muy evidente que habrá que gastar mucho más de lo que gastábamos hasta ahora.»
El mensaje es muy claro: Apretémonos el cinturón para que la OTAN pueda ampliarse.
martes, 22 de febrero de 2022
Internacionales
Controversia en el parlamento canadiense
Otawa, Canada, 19 de febrero 2022
París, Francia 22 de febrero 2022
Hace varias semanas 17,000 medicos estadounidenses se concentraron
Mitología Nordica
Viaje sin retorno a Helheim: La diosa Hel de la mitología vikinga
Imagen de portada: “La progenie de Loki” (1905), ilustración de Emil Doepler. (Public Domain)
Con diferencia, los hijos más conocidos de Loki son los que tuvo con la giganta Angurboda: el lobo Fenris, la serpiente de Midgard Jörmungadr y la diosa Hel. Según la leyenda, nacieron en una oscura cueva de Jötunheim, y los dioses los reconocieron como símbolos del dolor, el pecado y la muerte. Los Aesir temían hasta tal punto el poder de los tres hijos de Loki que encadenaron a Fenris, arrojaron a Jörmungadr al gran océano y desterraron a Hel al inframundo. Una vez allí, Hel reinó en sus dominios y el propio Odín le concedió poder sobre los nueve mundos.
"Los hijos de Loki" (1920) ilustración de Willy Pogany. (Public Domain)
La diosa de los infiernos
Se cuenta que la diosa Hel también tenía poder sobre los muertos, excepto sobre aquellos escogidos caídos en batalla que eran recompensados por Odín con el Valhalla. Similar hasta cierto punto a Svartalfheim, el reino de Hel también disponía de moradas subterráneas, y se podía llegar a él tras recorrer un frío y duro camino atravesando las oscuras regiones del lejano norte.
Según la leyenda, incluso Hemrod tuvo que cabalgar sobre Sleipnir durante nueve largas noches para alcanzar la entrada del reino, situada más allá del río Gjoll. Nacido del manantial Hvergelmir de Niflheim, el río Gjoll remontaba el abismo Ginnungagap para fluir a continuación por los nueve mundos.
Thralls: los esclavos de los antiguos Vikingos
Loviatar: Diosa Finlandesa de la Desolación, la Muerte, y la Podredumbre
En Helheim, el río Gjoll corre cercano a las puertas del inframundo, actuando como límite. Gjoll es también el nombre de la roca a la cual Fenris es encadenado. En cuanto al propio río, cuenta la leyenda que era frío como el hielo y que su corriente era atravesada por puñales.
La única forma de cruzar este río era por Gjallarbru, un puente de cristal con las bóvedas cubiertas de oro y que se sostenía pendiendo de un solo cabello. El eterno guardián del puente era la esquelética doncella Modgud. Para poder atravesarlo, los espíritus deben pagar a Modgud un peaje en sangre. En su obra “Valhalla”, J. C. Jones describe así este puente:
El puente de cristal pende de un solo cabello
arrojado sobre el río terrible,
el Gioll, límite de Hel.
Aquí donde se yergue la doncella Modgud,
esperando su pago en sangre,
una doncella terrible a la vista,
sin carne, sudario y mortaja son su adorno.
A fin de poder cruzar el puente, los espíritus hacían uso de los carros y caballos que habían sido incinerados en la pira funeraria junto con sus propios cadáveres. Además, los difuntos llevaban siempre puestos los ‘zapatos de Hel’, un resistente calzado diseñado especialmente para proteger los pies de los muertos en su viaje a lo largo del duro camino que conducía hasta Helheim.
"Hemrod ante Hel" (1909), ilustración de John Charles Dollman. (Public Domain)
Tras cruzar el Puente Gjallar, los espíritus llegaban al Bosque de Hierro, en el que las hojas de los árboles eran de este metal. Desde allí, debían continuar su camino hasta alcanzar las puertas de Helheim, custodiadas por un feroz perro guardián llamado Garm. Garm vivía en la oscura cueva Gnipa, y la única forma de amansarlo era ofreciéndole un pastel de Hel. Según la leyenda, estos pasteles siempre estaban a disposición de aquellos que habían dado pan a los necesitados en vida.
Helheim, el reino de Hel
Después de atravesar las puertas de Helheim envueltos en el frío y la oscuridad, los muertos podían escuchar ciertos sonidos: el rumor del manantial Hvergelmir y de los ríos que atravesaban Helheim, y el crujido de los glaciares que recorrían Élivágar. Entre los ríos de Helheim estaban el Leipter, ante el que se realizaban solemnes juramentos, y el Slid, cuyas aguas albergaban espadas.
Vikingos en Bizancio: Los Varegos y sus Intrépidas Conquistas
Futhark: El Misterioso y Antiguo Alfabeto Rúnico del Norte de Europa
El gran salón de la diosa Hel recibía el nombre de Elvidner, que significa “Miseria”. De él se decía que su plato era el Hambre, su cuchillo la Avaricia, su sirviente la Desidia, su criada la Pereza, su lecho la Aflicción, sus puertas la Ruina y sus cortinas la Discordia. J. C. Jones describe el salón de Hel como sigue:
Elvidner era el salón de Hela
cerrado por altos muros de hierro;
¡Horrible este palacio que se alza!
Hambre era su mesa vacía;
Inútil su cuchillo; su lecho, afilado como acero;
Ardiente Angustia reinaba en el banquete;
Huesos blanquecinos en todo invitado;
Peste y Hambre cantaban sus runas,
Uniéndose a ásperos sones de desesperación.
Miseria y Agonía
¡Por siempre estarás en los dominios de Hel!
Helheim disponía de diferentes estancias para los diversos tipos de difuntos que llegaban al reino. Entre los que iban a Helheim tras su muerte estaban los criminales, los perjuros, los que tuvieron la mala suerte de morir antes de tener la oportunidad de derramar sangre, y los que murieron a causa de la vejez o la enfermedad. La muerte por vejez o enfermedad se denominaba “muerte de paja”, ya que en aquella época las camas estaban hechas precisamente de paja.
Hel (Carl Ehrenberg, 1882) y el perro guardián Garm. (Public Domain)
La vida de ultratumba en el reino de Hel
Los puros e inocentes y aquellos que habían sido bondadosos y compasivos en vida eran tratados con amabilidad en Helheim, y podría decirse que incluso disfrutaban de cierta oscura felicidad. Sin embargo, los hombres y mujeres del norte preferían vivir y morir como guerreros, y unirse a los escogidos héroes de Odin en el Valhalla reservado a los caídos en combate. En cuanto a los muertos considerados impuros, como adúlteros, asesinos y los que quebrantaban sus juramentos, sus espíritus eran desterrados al Náströnd.
Antiguos dioses primordiales: cuando la oscuridad dominaba el mundo
El Náströnd albergaba una cueva con serpientes y ríos de veneno fríos como el hielo. Desde aquí, el manantial Hvergelmir arrastraba a los muertos hasta Niflheim, donde el dragón Nídhöggr roía continuamente las raíces del gran árbol del mundo, Yggdrasil. El dragón supuestamente interrumpía entonces su tarea para masticar los cuerpos de los infortunados e impuros difuntos. La traducción realizada por Thorpe de la Edda de Saemund describe el Náströnd como sigue:
Un salón se alza
lejos del sol
en Nastrond;
sus puertas miran al norte,
gotas de veneno se filtran
por sus aberturas;
entrelazado se encuentra este salón
con cuerpos de serpientes.
Ella les vio ahí vadear
los viscosos ríos;
hombres sedientos de sangre,
y perjuros,
y aquellos que cautivan los oídos
de la esposa de otro.
Allí sorbe Nídhöggr
los cadáveres de los difuntos.
La cosecha de los muertos
Se creía principalmente que eran los difuntos quienes viajaban a Helheim, pero cuenta la leyenda que en ocasiones la propia diosa acudía a cosechar a los muertos cabalgando su blanco corcel de tres patas. De manera similar, en otros mitos europeos se cuenta que la Muerte viaja de un lugar a otro montada en un caballo blanco. Incluso en la mitología cristiana, la Muerte cabalga un pálido caballo bajo la forma de uno de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.
En las épocas de hambruna o epidemias de peste, en las que los habitantes de un cierto lugar morían en gran número, sobreviviendo apenas unos pocos, cuentan las leyendas que Hel utilizaba un rastrillo para cosechar a los muertos, mientras que en los casos en los que poblaciones enteras perecían, los recogía empleando una escoba.
“Heimdall solicita el regreso de Iðunn del Inframundo” (1881), ilustración de Carl Emil Doepler. (Public Domain)
Los nórdicos también creían en el retorno de los muertos como fantasmas por diversas razones. En la mayor parte de estos casos se creía que los difuntos regresaban para transmitir ciertos mensajes.
Existía también entre los nórdicos la creencia habitual de que las alegrías y desgracias de los vivos ejercían su influencia en los muertos. La “Balada de Aager y Elsa” nos ofrece un ejemplo de cómo un amante difunto podía regresar como un fantasma para pedir a su amada que dejara de llorarle. En la traducción de Longfellow, este pasaje dice así:
¡Escucha ahora, mi buen señor Aager!
Novio más querido, todo lo que anhelo
Es saber cómo te va
En ese lugar solitario, tu tumba.
Cada vez que tú te alegras,
Y estás feliz en tu espíritu,
Las grietas de mi tumba solitaria
Se cubren de hojas de rosas.
Pero cada vez que tú, amor mío, tú lloras,
Y derramas lágrimas salobres,
Las grietas de mi tumba solitaria
Se llenan de negra y abominable sangre.
De este modo, el reino de Hel y sus habitantes seguían ejerciendo su influencia en el mundo de los vivos. La diosa infernal y sus dominios aún perduran a día de hoy en la memoria de las leyendas nórdicas.
Autor Valda Roric
Cortesia de: Ancient origins
lunes, 21 de febrero de 2022
Geopolítica
Eugène Krampon: «el eje París-Berlín-Moscú nunca estará completo si Madrid y Roma no se suman»
Robert Steuckers ha publicado en Réfléchir & Agir esta extensa entrevista en clave geopolítica a Eugène Krampon, la cual ha sido traducida al español en exclusiva para Adáraga.
Robert Steuckers: ¿Qué es una Europa imperial? ¿Es un mito posible o totalmente improbable?
Eugène Krampon: La Europa imperial, y legítimamente imperial, es la que debía encarnar el Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana, cuya matriz territorial, entre Tongeren y Aquisgrán, es idéntica a la de los Steuckers. Esta idea-fuerza fue destruida por dos golpes.
Primero, la revuelta de los iconoclastas de 1566, que debilitó definitivamente el Imperio de Carlos V, y creó una vena cultural destructiva y «aceleradora» en el proceso de destrucción, que puso en marcha, y que iba a provocar la parusía en la tierra muy rápidamente. De esta vena surge el puritanismo anglosajón y la actual cultura cancel y la ideología woke, que, como los rompedores de imágenes de 1566, derriban las estatuas y quieren borrar el pasado. Carlos V quiso «contener» esta furia destructiva adoptando lo que la teología tradicional llama la actitud del Katechon. El katehon, una figura política en el sentido más noble de la palabra, tiene la tarea de frenar el ardor de los que quieren cambios incongruentes e imposibles de mantener a largo plazo. En resumen, el Katechon tiene que mantener a los exaltados en un estado de inactividad forzada, para obligarlos por el brazo secular a mantener la boca cerrada. Esto no se hizo y tuvimos la Guerra de los Treinta Años, cuyo coste demográfico fue espantoso.
Segundo, las fuerzas de la Revolución Francesa, que también adoptaron la consigna de romper el patrimonio y destruir los espacios culturales legados por el pasado. El historiador René Sédillot lo ha demostrado ampliamente en dos libros, Le coût de la révolution française y Le coût de la Terreur. Las ruinas de las abadías de Valonia atestiguan este furor: la de Orval fue saqueada y la de Villers en Brabant nunca se levantó de sus ruinas. Estas instituciones religiosas eran principalmente centros de estudio (práctico) y bibliotecas. Todo esto es para decir que incluso en una época en la que esta iconoclasia alcanza su punto álgido con la cultura cancel y la rabia woke (expresiones del Kali Yuga), la idea de un Santo Imperio katehónico no es en absoluto incongruente. Es lo que necesitamos, si no queremos una implosión muy inminente que costará más en sangre que la Guerra de los Treinta Años.
¿Debe la Europa imperial detenerse en los Urales o debe tener los pies en el Pacífico?
Los Urales no son una barrera infranqueable como el Himalaya, los Alpes o incluso los Pirineos, que han sido atravesados a lo largo de la historia desde Aníbal. El pico más alto de los Urales es de 1894 metros, el equivalente al Chasseral en Suiza. Los hunos atravesaron esta región sin problemas, provocando los desórdenes que acabaron con el Imperio Romano. Más tarde, los mongoles tomaron el relevo, subyugando a los pueblos eslavos orientales durante mucho tiempo. Los cosacos simplemente invirtieron la ruta de las invasiones y llevaron a los mongoles de vuelta a la patria de su pueblo, Manchuria. Las conquistas cosacas alejaron de Europa central y occidental el fantasma de una invasión mongola, que estuvo a punto de ser definitiva en el siglo XIII, tras las derrotas germánicas, polacas y húngaras. Por lo tanto, estas conquistas eran necesarias para preservar nuestros territorios de la alienación total.
Por otra parte, la Europa del Atlántico al Pacífico no es una quimera rojigualda actual, como vengo repitiendo desde hace décadas, sino un doble proyecto no revolucionario: la alianza implícita entre Luis XVI, la Austria de María Teresa y la Rusia de Catalina II, contra la voluntad inglesa de fragmentar Europa política y geopolíticamente, era una vía interesante: Habría permitido frenar el poderío otomano en el Mar Negro y el Mediterráneo, controlar el Atlántico Norte con una flota francesa bien equipada gracias a la previsión de Luis XVI, y controlar el Pacífico con marineros rusos o al servicio de la zarina.
Además, habría consolidado la presencia rusa en Hawai y California, donde el hijo del gobernador ruso se había casado con la hija del gobernador español, sellando implícitamente una alianza hispano-rusa en Norteamérica que, de haber sobrevivido, habría impedido a los futuros Estados Unidos adquirir la clave de su poder, es decir, la bio-oceanidad. La Santa Alianza, creada tras la derrota de Napoleón, era también una Europa del Atlántico al Pacífico que los nacientes Estados Unidos temían y que llevó al presidente Monroe a proclamar su Doctrina («América para los americanos») porque una Santa Alianza intacta y unida, incluyendo a España y sus posesiones de ultramar habría podido gestionar el Nuevo Mundo a su antojo, según criterios distintos a los que se derivarían de la doble matriz puritana e ilustrada (esa mezcla de oscurantismo bíblico y filosofías ilustradas que aún domina el campo whig estadounidense, convertido casi en un manicomio bajo el impulso de los caprichos de Hillary Clinton). Las revueltas criollas en la América hispana se basaron en la ideología revolucionaria y de club y, por tanto, favorecieron la balcanización de la América ibérica en beneficio exclusivo de los Estados Unidos, sin que Europa pudiera ejercer la más mínima influencia en este continente, que se extiende desde el Río Grande en Texas hasta la Tierra del Fuego.
Faye escribió (pero Thiriart lo había hecho mucho antes que él) que Siberia, casi un continente en sí misma y una extensión natural de Rusia hacia el Pacífico, podría convertirse por su desarrollo en la Texas de Europa y en la gran aventura de la juventud europea. ¿Qué opinas de esto?
Recuerdo perfectamente las discusiones con Faye (¡hace más de 40 años!) sobre Siberia como complemento de Europa. Faye me hizo preguntas: mi material de lectura sobre el tema en aquel momento era un libro del «panopticista» (como decía Jünger) Anton Zischka, un periodista muy prolífico que comenzó su carrera en 1925 con un libro sobre las guerras del petróleo y la terminó en los albores de los años 90 con un estudio magistral sobre el dólar y los efectos nocivos de esta moneda imperialista.
Zischka, al que Thiriart practicaba, había escrito un libro durante la Segunda Guerra Mundial en el que demostraba que la ciencia (el nivel científico de una nación, en este caso Alemania) podía romper, por su capacidad de innovación, los monopolios de todo tipo, generalmente en manos de los consorcios de la anglosfera. Pero Zischka también sabía que la debilidad de Alemania y Europa era su falta de materias primas: Siberia podría compensar esto. Además, la ofensiva alemana contra la Unión Soviética no tenía otro objetivo que disponer de tierras fértiles para alimentar a Europa y no precipitarla a una dependencia americana de los cereales y conquistar las cuencas petrolíferas, en particular las del Cáucaso. Las victorias alemanas en Occidente sólo fueron posibles gracias al trigo y al petróleo soviéticos.
Hoy, nada ha cambiado, salvo que la desaparición de la Unión Soviética ha permitido la aparición de una agricultura rusa en el Kubán y una agricultura ucraniana que, desgraciadamente, está totalmente en manos de consorcios como Monsanto (etc.), mientras que las «tierras negras» de Ucrania son ciertamente las más fértiles. En segundo lugar, los soviéticos habían adoptado métodos agrícolas desastrosos. Rusia puede ahora beneficiarse de un excedente de grano. Además, la dependencia de Alemania de los hidrocarburos rusos es evidente: el actual asunto del gasoducto del Báltico es una buena prueba de ello. Este oleoducto evita a Polonia, que tiene una política pro-OTAN y rusófila. Sin embargo, Polonia también depende de los yacimientos de gas de Yarmal, en el Ártico, y cualquier cambio al gas noruego o al gas de esquisto estadounidense sería desastroso para el consumidor polaco, que vería disparada su factura energética. Por tanto, la necesidad de estar conectados con Siberia es un imperativo para Europa, nos guste o no.
¿Cómo se puede vertebrar políticamente la Europa imperial con un eje París-Berlín-Moscú?
Sí, por supuesto, Henri de Grossouvre era un visionario cuando escribió su libro a principios de la década de 2000, en un momento en que Francia, Alemania y Rusia deploraban conjuntamente la intervención estadounidense en Irak (un país árabe secular que era su cliente). Esos días, desgraciadamente, han terminado: Francia ha renunciado a su política gaullista (y no digo «gaullista»), siguiendo las políticas elegidas por sus tres calamitosos presidentes (Sarközy, Hollande y, sobre todo, Macron). Alemania ha sido subvertida por los Verdes, que en teoría pasaron por antiimperialistas y hostiles a la OTAN, pero que se convirtieron en celosos belicistas y atlantistas en cuanto llegaron a ser ministros: recordamos a Joschka Fischer, que intervino en Yugoslavia; y hoy tenemos a Annalena Baerbock, que supera a los atlantistas y sabotea deliberadamente el suministro de gas a Yarmal, ¡que su país necesita vitalmente!
Rusia se queda sola en la vía, pero está condenada a volver su mirada hacia Asia (China e Irán) en detrimento de una Europa que la sanciona. Sin embargo, permítanme añadir que el eje París-Berlín-Moscú nunca estaría completo si Madrid y Roma no se sumaran, si Varsovia no jugara el único juego que garantizaría la eterna supervivencia de una Polonia independiente y si Estocolmo, cuyos activos en el campo de la alta tecnología no son nada despreciables, no jugara la misma carta europea y unificadora. Entonces tendríamos una Europa verdaderamente vertebrada.
¿Sigues considerando a Estados Unidos como el principal enemigo de Europa? ¿Por qué?
Nos vemos obligados a considerarlo. Veamos la situación geopolítica real de nuestra Europa desde el estallido de la crisis del «coronavirus. Antes de que nos confinaran y nos hundiesen, antes de que nos hincharan y vacunaran como locos, Trump presionaba a Dinamarca para que renunciara a Groenlandia, que contiene tierras raras, porque China tiene el 95% de ellas y, por tanto, es la dueña de la partida en la lucha por la supremacía tecnológica. El objetivo es arrebatar a Europa estos preciosos minerales. Además, Groenlandia ofrece la oportunidad de controlar el Ártico, donde se encuentran los yacimientos de gas de Yarmal.
En la periferia inmediata de Europa, en Libia, el caos se ha instalado por culpa del belicismo de Hillary Clinton: el petróleo libio es, por tanto, inaccesible y los turcos intentan recuperar el territorio que perdieron en 1911 ante la ofensiva italiana. El Mar Negro, con Ucrania, Crimea y Donbass, corre el riesgo de convertirse en cualquier momento en una zona de guerra caliente, privándonos del petróleo de Azerbaiyán y, si es necesario, del trigo de Kuban. No dispongo de espacio para analizar en detalle esta turbulenta área, pero basta con decir que es crucial. El Báltico es ahora una zona de riesgo porque contiene el famoso gasoducto que consolidaría un tándem germano-ruso, y que las criaturas verdes que ahora están en el poder en Alemania rechazan. Suecia, donde todas las locuras de lo políticamente correcto se han arraigado en las mentes de la gente, ahora está tratando de unirse a la OTAN, ¡al igual que Finlandia!
El Ártico, a su vez, se está convirtiendo en una zona de combate potencial. Mientras los europeos se regodean con el virus y sus innumerables variantes, y las que vendrán de Zankezour y Malawi, mientras se pican el triple o el cuádruple, Washington ha adelantado sus peones y, en cuatro frentes, nos arriesgamos a un estrangulamiento definitivo: en el Mediterráneo, el Mar Negro, el Báltico y el Ártico.
¿Es posible expulsarlos de nuestro continente?
En la situación actual, no. Estamos gobernados por bribones que no tienen sentido de la política, tal como lo definen Carl Schmitt y Julien Freund.
¿Es China, con la que Europa comparte una larga frontera común, un competidor o también un enemigo?
Es un competidor, pero las bazas de las que dispone se las ha dado la desastrosa política de deslocalización, uno de los pilares de la ideología neoliberal que la anglosfera nos ha impuesto desde el advenimiento de Lady Thatcher, a la que los trabajadores ingleses llamaban «La vieja bruja malvada», en el 10 de Downing Street. Si China organiza la esfera de coprosperidad de Asia Oriental, sin infringir la libertad de movimiento y desarrollo de sus pequeños vecinos, si encuentra un modus vivendi con la India en el Himalaya, si desarrolla su interesante proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, todo irá bien. Los escollos con China podrían residir en el expolio de los recursos pesqueros del Atlántico o en una ampliación de nuestros respectivos intereses en África.
Tengo presente la idea de Leibniz: las dos grandes zonas de la civilización, Europa y Asia, deben estar conectadas por Moscovia (como se llamaba entonces), cuya función es un puente, un puente euroasiático. La política del «Cinturón y la Ruta» no es ciertamente mala y también es de nuestro interés, contrarrestada por el Eje Norte-Sur de los rusos (India, Irán, Volga, Mar Blanco). Y volviendo a Guillaume Faye, el proyecto chino toma el relevo de tres de sus obsesiones ferroviarias: el Breitspurbahn previsto por la Alemania nacionalsocialista, el aerotren de la Francia de De Gaulle, el transiberiano soviético BAM (Baikal-Amur-Magistral) y la red ferroviaria imaginaria del cuento que flanquea su obra sobre el arqueofuturismo. El tren de alta velocidad chino y el hyperloop corresponden a su visión de las comunicaciones terrestres en «Eurosiberia».
El Pacífico: ¿un mar chino en el siglo XXI o un mare nostrum de la Gran Europa del mañana?
Un pequeño recordatorio histórico: cuando Haushofer, el geopolitólogo alemán, al que todo el mundo redescubre hoy, fue a Japón para ocupar su puesto de agregado militar de la Alemania guillermina, hizo una parada en la India y visitó a Lord Kitchener, que mencionó el Pacífico, donde, en ese momento, Alemania poseía las Marianas, que había comprado a España en 1895. Kitchener le dijo que si Europa perdía el Pacífico, retrocedería inexorablemente. Quería que Alemania se quedara con estos miles de islas. Japón las heredó en 1919, tras el Tratado de Versalles. Y los Estados Unidos la tomaron en 1945. Así que ellos son los maestros del juego allí. Nada ha cambiado.
China simplemente intenta neutralizar lo que se conoce en geopolítica como la «primera cadena de islas», para asegurar su suministro de petróleo de Oriente Medio, petróleo que, además, corre el riesgo de ser bloqueado en los puntos de estrangulamiento de Singapur, Sunda y Lombok. La política de Estados Unidos es contener a China en un pequeño espacio marítimo en el borde del continente y estrangularla en los estrechos de Indonesia y Malaisia.
¿Con qué potencias del mundo podría aliarse Europa en el futuro para hacer frente a sus enemigos?
Europa debe confiar sólo en sí misma. Pero le interesa renovar sus lazos con los países hispanos de América del Sur y con Brasil, siguiendo de cerca la evolución de diversos populismos originales, propios del continente iberoamericano. En estos países de habla hispana y portuguesa, la idea imperial europea, la de Carlos V, Felipe II y sobre todo Felipe III (demasiado a menudo olvidada), no ha muerto, especialmente en la obra de un autor que he descubierto recientemente, el argentino Marcello Gullo. Los proyectos continentalistas son absolutamente interesantes de seguir, sobre todo si se recuerda que se inspiraron en parte en François Perroux, un brillante economista al que el neoliberalismo ha hecho olvidar.
Europa: ¿la última oportunidad del mundo blanco?
No tiene buena pinta. Puedes ver, como yo, el estado moral e incluso físico en el que se encuentran nuestros países. Pero la civilización europea ha dejado un legado considerable que sólo nosotros podemos salvar.
Robert Steuckers, Koenraad Logghe y Denis Ilmas: El peregrino absoluto: Marc Eemans y los evolianos de Bruselas. Letras Inquietas (Octubre de 2021)
sábado, 19 de febrero de 2022
Paulo Freire
La Manipulación de las Masas
"La manipulación aparece como una necesidad imperiosa de las élites dominadoras con el objetivo de conseguir a través de ella un tipo inauténtico de «organización», con la cual llegue a evitar su contrario, que es la verdadera organización de las masas populares emersas y en emersión. " - Paulo Freire
Texto del filósofo y educador brasileño, Paulo Freire, publicado en la obra "Pedagogia do oprmido" en el año 1970.
Otra característica de la teoría de la acción antidialógica es la manipulación de las masas oprimidas. Como la anterior, la manipulación es también un instrumento de conquista, en función de la cual giran todas las dimensiones de la teoría de la acción antidialógica.
A través de la manipulación, las élites dominadoras intentan conformar progresivamente las masas a sus objetivos. Y cuanto más inmaduras sean, políticamente, rurales o urbanas, tanto más fácilmente se dejan manipular por las élites dominadoras que no pueden desear el fin de su poder y de su dominación.
La manipulación se hace a través de toda la serie de mitos a que hicimos referencia. Entre ellos, uno más de especial importancia: el modelo que la burguesía hace de sí misma y presenta a las masas como su posibilidad de ascenso, instaurando la convicción de una supuesta movilidad social. Movilidad que sólo se hace posible en la medida en que las masas acepten los preceptos impuestos por la burguesía.
Muchas veces esta manipulación, en ciertas condiciones históricas especiales, se da por medio de pactos entre las clases dominantes y las masas dominadas. Pactos que podrían dar la impresión en una apreciación ingenua, la de la existencia del diálogo entre ellas.
En verdad, estos pactos no son dialógicos, ya que, en lo profundo de su objetivo, esta inscrito el interés inequívoco de la élite dominadora. Los pactos, en última instancia, son sólo medios utilizados por los dominadores para la realización de sus finalidades.
El apoyo de las masas populares a la llamada «burguesía nacional», para la defensa del dudoso capital nacional, es uno de los pactos cuyo resultado, tarde o temprano, contribuye al aplastamiento de las masas.
Los pactos sólo se dan cuando las masas, aunque ingenuamente, emergen en el proceso histórico y con su emersión amenazan a las élites dominantes. Basta su presencia en el proceso, no ya como meros espectadores, sino con las primeras señales de su agresividad, para que las élites dominadoras, atemorizadas por esta presencia molesta, dupliquen las tácticas de manipulación.
La manipulación se impone en estas fases como instrumento fundamental para el mantenimiento de la dominación.
Antes la emersión de las masas, no existe la manipulación propiamente tal, sino el aplastamiento total de los dominados. La manipulación es innecesaria al encontrarse los dominados en un estado de inmersión casi absoluto. Esta, en el momento de la emersión y en el contexto de la teoría antidialógica, es la respuesta que el opresor se ve obligado a dar frente a las nuevas condiciones concretas del proceso histórico.
La manipulación aparece como una necesidad imperiosa de las élites dominadoras con el objetivo de conseguir a través de ella un tipo inauténtico de «organización», con la cual llegue a evitar su contrario, que es la verdadera organización de las masas populares emersas y en emersión.
Éstas, inquietas al emerger, presentan dos posibilidades: o son manipuladas por las élites a fin de mantener su dominación, o se organizan verdaderamente para lograr su liberación. Es obvio, entonces, que la verdadera organización no puede ser estimulada por los dominadores. Esta es tarea del liderazgo revolucionario.
Ocurre, sin embargo, que grandes fracciones de estas de estas masas populares, fracciones que constituyen, ahora, un proletariado urbano, sobre todo en aquellos centros industrializados del país, aunque revelando cierta inquietud amenazadora carente de conciencia revolucionaria, se ven a sí mismas como privilegiadas.
La manipulación, con toda su serie de engaños y promesas, encuentra ahí, casi siempre, un terreno fecundo.
El antídoto para esta manipulación se encuentra en la organización críticamente consciente, cuyo punto de partida, por esta misma razón, no es el mero depósito de contenidos revolucionarios, en las masas, sino la problematización de su posición en el proceso. En la problematización de la realidad nacional y de la propia manipulación.
Weffort tiene razón cuando señala: «Toda política de izquierda se apoya en las masas populares y depende de su conciencia. Si viene a confundirla, perderá sus raíces, quedara en el aire en la expectativa de la caída inevitable, aun cuando pueda tener, como en el caso brasileño, la ilusión de hacer revolución por el simple hecho de girar en torno al poder».
Lo que pasa es que, en el proceso de manipulación, casi siempre la izquierda se siente atraída por «girar en torno del poder» y, olvidando su encuentro con las masas para el esfuerzo de organización, se pierde en un «diálogo» imposible con las elites dominantes. De ahí que también terminen manipuladas por estas élites, cayendo, frecuentemente, en un mero juego de capillas, que denominan «realista».
La manipulación, en la teoría de la acción antidialógica, como la conquista a que sirve, tiene que anestesiar a las masas con el objeto de que éstas no piensen. Si las masas asocian a su emersión, o a su presencia en el proceso histórico, un pensar crítico sobre éste o sobre su realidad, su amenaza se concreta en la revolución. Este pensamiento, llámeselo conecto, de «conciencia revolucionaria» o de «conciencia de clase», es indispensable para la revolución. Las elites dominadoras saben esto tan perfectamente que, en ciertos niveles suyos, utilizan instintivamente los medios más variados, incluyendo la violencia física, para prohibir a las masas el pensar.
Poseen una profunda intuición sobre la fuerza criticizante del diálogo. En tanto que, para algunos representantes del liderazgo revolucionario, el diálogo con las masas es un quehacer burgués y reaccionario, para los burgueses, el diálogo entre las masas y el liderazgo revolucionario es una amenaza real que debe ser evitada.
Insistiendo las elites dominadoras en la manipulación, inculcan progresivamente en los individuos el apetito burgués por el éxito personal.
Manipulación que se hace ora directamente por las élites, ora a través de liderazgos populistas. Estos liderazgos, como subraya Weffort, son mediadores de las relaciones entre las élites oligárquicas y las masas populares. De ahí que el populismo se constituya como estilo de acción política, en el momento en que se instala el proceso de emersión de las masas, a partir del cual ellas pasan a reivindicar, todavía en forma ingenua, su participación; el líder populista, que emerge en este proceso, es también un ser ambiguo. Dado que oscila entre las masas y las oligarquías dominantes, aparece como un anfibio. Vive tanto en la «tierra» como en el «agua». Su permanencia entre las oligarquías dominadoras y las masas le deja huellas ineludibles. Como tal, en la medida en que simplemente manipula en vez de luchar por la verdadera organización popular, este tipo de líder sirve poco o casi nada a la causa revolucionaria.
Sólo cuando el líder populista supera su carácter ambiguo y la naturaleza dual de su acción, optando decididamente por las masas, deja de ser populista y renuncia a la manipulación entregándose al trabajo revolucionario de organización. En este momento, en lugar de mediador entre las masas y las élites, se transforma en contradicción de éstas, impulsando a las elites a organizarse a fin de frenarlo en la forma más rápida posible.