Diciembre 4
"Subió al monte, apartado," Mateo (14:23.)
Una de las bendiciones del Sábado en los tiempos pasados era su calma, el reposo, su paz sagrada. En la soledad se concibe una fortaleza muy extraordinaria. Los cuervosb van en manadas y los lobos en cuadrillas, pero el león y el águila son animales solitarios. La fortaleza no está en el escándalo y en el ruido. La fortaleza existe en la soledad. Para que en los cielos se reflejen en la superficie del lago, es necesario que haya calma en el mismo. Nuestro señor amaba a la gente, pero leémos muy a menudo, que la dejaba y se retiraba durante breves períodos a lugares solitarios. El siempre se retiraba a las colinas por la noche sin que nadie lo percibiese. La mayor parte de su ministerio lo llevó a cabo en pueblos y ciudades junto a la costa, pero lo que El más amaba eran las colinas, y frecuentemente cuando llegaba la noche, se sumergía en la paz de sus profundidades. Sobre todas las demás cosas, lo que hoy se necesita es que nos retiremos aparte con nuestro Señor y nos sentemos junto a sus piés en el retiro sagrado de Su bendita presencia. ¡Cuan grande y dañina es la pérdida de la meditación! ¡Cuan valioso es para el creyente conocer el secreto de la soledad. ¡Cuan saludable es el tónico de esperar en Dios!
"Para que una vida sea poderosa, es necesario que tenga su lugar santisimo donde Dios entre solamente."
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