martes, 12 de marzo de 2024

Universe Inside You

Tecnologías Prohibidas y El Silenciamiento De Sus Inventores

Valery Ilyin

¿Cómo se impone la censura total a la humanidad?

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Valery Ilyin

A principios de este año, los autores del Informe de Riesgos Globales de Davos 2024 identificaron la “información errónea y la falta de información correcta” como los riesgos globales más grandes y graves en el futuro cercano. Y los expertos de Davos colocaron por primera vez la desinformación en el primer lugar entre los riesgos globales. Así se afirma en el Informe de Riesgos Globales publicado el 10 de enero , elaborado por el WEF - Foro Económico Mundial.

Al mismo tiempo, Ursula von der Leyen y la vicepresidenta de la Comisión Europea, V. Zhurova, anunciaron la creación de una nueva “ley digital” que regularía todas las redes, plataformas y servicios de la Unión Europea y garantizaría un control y restricción exhaustivos de el acceso de los ciudadanos a cualquier información que sea incorrecta y no leal a los aliados globales. También se expresó la idea de equiparar a todos los complotistas - "partidarios de teorías de conspiración que siembran pensamientos desagradables sobre la Unión Europea, sus intenciones y sus aliados" - con terroristas. Esta ley, que efectivamente impone a los europeos la censura total de todos los medios de comunicación, entrará en vigor para la UE el 17 de febrero de 2024.

Al mismo tiempo, se supo que se están preparando para introducir censura contra los medios extranjeros en Israel. El Times of Israel informó que la Knesset aprobó en primera lectura un proyecto de ley que permite al gobierno restringir el trabajo de los medios de comunicación extranjeros. Se supone que si el Ministro de Defensa considera que el trabajo de cualquier medio de comunicación extranjero representa una amenaza para la seguridad de Israel, su trabajo en el país será terminado, sus oficinas serán cerradas y su equipo será confiscado.

El WEF anunció a finales de otoño que uniría fuerzas con la ONU para monitorear/restringir la libertad de expresión en Internet. Incluso entonces, los miembros no electos de estas dos organizaciones globalistas se posicionaron abiertamente como censores globales de los reguladores de la libertad de expresión. Para entonces, defensores del Foro Económico Mundial y de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) dijeron que habían desarrollado un “conjunto de herramientas de seguridad digital” que querían imponer a los gobiernos soberanos.

Al mismo tiempo, la UE enfatizó que el conjunto de herramientas fue desarrollado para combatir el “discurso de odio” y el “ciberbullying”, y en Israel se introdujo una pena de prisión por leer contenido prohibido, ya que la Knesset aprobó entonces un proyecto de ley que preveía un año de prisión. prisión por leer propaganda de organizaciones terroristas (no se pueden ver videos, leer, dar me gusta o volver a publicar mensajes, etc.).

Cybercerbers Schwab & Co. de la ONU, la UNESCO y el FEM insisten en que las “reglas” que están impulsando garantizarán que su versión de Internet sea la única forma “confiable” de informar y proteger contra la desinformación. El jefe de la OMS,el terrorista patentado por Washington, T. Ghebreyesus, también pide un aumento global de la censura con el pretexto de otra “catástrofe pandémica”.

Para ello, recuerda periódicamente que la OMS está interesada en la pronta entrada en vigor del llamado Tratado global contra la pandemia y quisiera que los Estados miembros de la ONU aceleraran el proceso, ya que esto otorgará a la OMS no sólo nuevos poderes en el campo de la política sanitaria, sino que también permitirá combatir la llamada “desinformación” mediante una supervisión estricta.

Al mismo tiempo, Ghebreyesus llama a los países a darse prisa y completar el trabajo sobre el documento, ya que “otra pandemia o emergencia sanitaria global podría surgir en cualquier momento, como ocurrió en 2019”. El director general de la OMS se queja de que la “difusión de información errónea” está erosionando “la fe en nuestras instituciones”. Esta es una vieja canción que los grupos globalistas detrás del principal terrorista médico del planeta están constantemente tratando de imponer al mundo. Su mensaje es este: no fueron sus “instituciones” y planes los que fracasaron en primer lugar, sino la “desinformación” la que los hizo fracasar. Y ahora la tarea es cómo convencer a la gente de que todo está en orden, así como de la necesidad de combatir la "desinformación" con la ayuda de una censura aún mayor y total.

Ésta es precisamente la posición que mantiene Ghebreyesus, como afirmó, entre otras cosas, durante un discurso especial en vídeo dirigido a los participantes en la cumbre de la OMS celebrada en Alemania. Declaraciones consonantes también las hacen algunos de sus cómplices que dirigen los sistemas nacionales de salud. Por ejemplo, al ministro de Sanidad alemán, Lauterbach, le preocupa mucho que los arquitectos de la “nueva normalidad” se enfrenten ahora a una “pandemia de información”, cuando todo está en entredicho, lo que les dificulta mucho imponer su agenda a la humanidad.

Para apoyar a sus cómplices de la OMS y el FEM, a principios del verano pasado personas de ideas afines de la ONU declararon peligrosos todos los temas que no les gustaban, llamándolos "teorías de conspiración". Desde entonces, cualquier ciudadano respetable, desde el punto de vista de Schwab, Gates y otros cabilderos de la "nueva normalidad", debe partir del hecho de que no hay una élite mundial, ni globalistas que manipulen en secreto los acontecimientos que tienen lugar en el mundo, los poderes fácticos son exclusivamente personas honestas, solidarias y abiertas, y Soros, Gates, los Rothschild, el Estado de Israel, etc. no pueden de ninguna manera conectarse con ninguna "supuesta conspiración".

Bueno, si te encuentras con una persona que afirma algo como esto, entonces debes "tomar medidas" inmediatamente e informar "cuando corresponda" - a las estructuras de la "policía del pensamiento" local o al nuevo sistema de verificación de hechos del iVerify de la ONU. Esta herramienta automatizada de “verificación de hechos” fue desarrollada en colaboración con la ONU y Facebook, con la participación financiera de las entidades de Soros. El sistema está diseñado “para combatir la desinformación en todo el mundo” y cuenta con el apoyo activo de Google, que, a partir del segundo semestre de 2023, introducirá la censura según las directrices de la OMS, el FEM y la ONU en áreas como: pandemias y covid-19, grandes compañías farmacéuticas y las grandes farmacéuticas, los globalistas y un gobierno mundial, el Banco Mundial, la migración masiva, etc. Ahora todo esto estará sujeto a una censura aún más poderosa. Lo que la gente pasó antes (bloqueo, eliminación de cuentas, baneos en la sombra) fue solo un ensayo o, si se quiere, una prueba del sistema, porque si las conspiraciones no existen, entonces ¿por qué "luchar" contra ellas con tanto celo, por qué tener miedo?

La nueva política de censura global de Google, "Herramientas de verificación de datos", para eliminar la disidencia sobre cualquier tema que elija la corporación, se dio a conocer el 7 de agosto de 2023. Al mismo tiempo, Google anunció planes para excluir por completo a todos los medios independientes de los resultados de búsqueda. Según LaToya Drake, directora del Google News Lab, Google está colaborando en el desarrollo de una nueva herramienta de censura con la ONU, la OMS y otras organizaciones. Casi inmediatamente después, el 15 de agosto, YouTube actualizó sus políticas de información de salud y decidió eliminar cualquier contenido que entre en conflicto con las recomendaciones de las autoridades sanitarias para la prevención y transmisión de determinadas afecciones, incluidas las vacunas.

Las figuras del régimen de Kiev inmediatamente quisieron aprovechar la censura total y la desinformación impuesta a la humanidad en el ciberespacio. Para ello, el pasado otoño la esposa del presidente de Ucrania, Elena Zelenskaya, incluso celebró una reunión especial con representantes de Google, a quienes expresó los siguientes deseos y anhelos de las actuales autoridades ucranianas: desrusificar los resultados de búsqueda en Google. y recomendaciones en YouTube; cambiar la entrega automática de contenido recomendado y popular para ucranianos de ruso a ucraniano y europeo; desconectar a Ucrania de su afiliación geográfica con la CEI: Mostrar Crimea para todos los usuarios de Google Maps como territorio de Ucrania.

Cuál es el resultado del deseo de censura total en los países de los llamados mil millones de oro, lo demuestran no sólo Google y las corporaciones farmacéuticas, que presionan agresivamente para “vacunar” a todo, sino también los bancos de Australia (que sirven como una especie de campo de experimentación y desarrollo de herramientas para los arquitectos de la (la “nueva normalidad” debido, entre otras cosas, a su especificidad geográfica), que ahora pueden cerrar una cuenta si un cliente “hace comentarios ofensivos o discriminatorios en las redes sociales”.

Ejemplo: National Australia Bank (NAB) ha establecido nuevos criterios para excluir clientes y, a partir del 1 de noviembre de 2023, podrá prohibir a los clientes utilizar sus servicios “si afectan negativamente el bienestar emocional de otra persona”. ¡Esto incluye a los clientes que realizan “publicaciones o comentarios ofensivos o discriminatorios” en línea o que causan “daño mental” en las redes sociales!

En Alemania, los disidentes y aquellos que hacen preguntas incómodas con franqueza alemana ya están clasificados como "teóricos de la conspiración" y se les anima a entregarlos a una " policía del pensamiento " especialmente creada en forma de "un servicio de asesoramiento destinado a la gente del Gran Bretaña área de Berlín que perciben declaraciones de conspiración ideológica en sus familiares, amigos o conocidos y quieren o necesitan encontrar una manera de hacerles frente”.

Los seguidores locales de Orwell y Schwab hasta ahora han enmarcado y presentado sus actividades de la siguiente manera: “Ofrecemos asistencia para comunicarnos con familiares que sólo hablan de crudas “teorías” y mitos de conspiración, que ya están apegados a historias de conspiración y que pueden estar activos en campañas ideológicas. Círculos de conspiración: ya sea digitalmente, en grupos de Telegram o en manifestaciones del llamado movimiento de “pensamiento lateral”.

En Austria, las funciones de la “policía del pensamiento” fueron asumidas por la Oficina de Protección e Inteligencia del Estado (DSN). A sus expertos en forense digital, que rastrean “la propagación de los mitos de la conspiración en todo el país”, les preocupa que los proveedores de dicha información se estén volviendo cada vez más profesionales: “Según DSN, el eterno favorito entre los mitos de la conspiración es el llamado “Gran Reinicio”. Entre otras cosas, incluye afirmaciones de que las élites buscan crear un gobierno mundial y quieren llevar a cabo el reemplazo de la población. También siguen estando muy extendidos los mensajes falsos sobre los peligros de la vacunación”.

En el "alma mater" de Orwell en Gran Bretaña, se creó su propia "policía del pensamiento" durante el llamado. pandemia -en forma de una "unidad antidesinformación" secreta del gobierno- para perseguir a quienes critican la cuarentena y cuestionan la conveniencia de vacunar masivamente a los niños. El Telegraph llama a la fuerza, creada por ministros británicos, “una fuerza secreta escalofriante para frenar la disidencia del bloqueo”.

El desarrollo de tecnologías relevantes se lleva a cabo desde hace varios años en el territorio de las naciones de la Commonwealth británica: Australia y Nueva Zelanda. El primer ministro de este último, D. Ardern, el año pasado, celebró un acuerdo de asociación con B. Gates para la implementación secreta en todo el país del llamado. Tarjetas de identificación digitales. Esto ha visto al programa de Aislamiento y Cuarentena Gestionados (MIQ) del Gobierno, que se había gestionado mediante el mantenimiento de registros manuales durante la pandemia, la transición a herramientas de software desarrolladas por JNCTN para verificar las identificaciones digitales del personal de MIQ.

Al mismo tiempo, el Primer Ministro de Nueva Zelanda propuso desde la tribuna de la ONU prohibir la difusión de información no acordada con las autoridades, afirmando que “la libertad de expresión es el arma del enemigo y es el pluralismo de opiniones lo que genera a las guerras, al calentamiento global y al racismo”, y los funcionarios gubernamentales son la única fuente de verdad y por lo tanto es necesario introducir la censura en Internet.

En el momento de estos anuncios, la propia Nueva Zelanda tenía agencias de inteligencia locales que emitían activamente folletos en los que decían al público que cualquiera que sospechara que sus amigos o familiares estaban hablando en contra de la censura y las políticas anti-Covid debería denunciarlos urgentemente, ya que esto era una señal de que tus amigos y familiares son terroristas...

Cortesia de: Geoestrategia



David Gattegno

 Recurrir a la tradición: entrevista a Michel Michel


David Gattegno

Según Michel Michel “el ‘mundo moderno’ no es una cultura entre otras, sino una cultura atípica, por no decir monstruosa”. Tal juicio es pronunciado siguiendo la obra de René Guénon, quien fue el primero en evocar y repetir esta idea de la monstruosidad del mundo moderno. Ahora bien, todo aquel que invoca el nombre de René Guénon quiere, ante todo, volver a darle importancia a la palabra Tradición, es decir, lo contrario, escatológicamente por decirlo de algún modo, de la vacuidad de la civilización que hoy quiere dominar el mundo. Porque, según Michel Michel, “sin el lastre de la Tradición, el cristianismo puede volverse loco”. La verdadera lucha de la Iglesia es combatir sus propias traiciones que la pervierten desde dentro. “La Tradición debe ser recibida, vivida y transmitida, en lugar de ser un objeto dogmático o, lo que es peor, convertirse en una doctrina polémica destinada a combatir otras ideas”, afirma Michel. Todo esto no le impide lanzar un alegato sobre la “extendida tendencia moderna” a “disertar sobre la Gracia y los sacramentos prescindiendo de toda práctica religiosa regular”. A lo que se podría añadir la fórmula utilizada a menudo por René Guénon según la cual “lo más no puede proceder de lo menos”, porque, en esas disertaciones interminables, sólo busca manifestarse un puro individualismo racionalista. A este individualismo – que no es sino una especie de mercantilismo psíquico – Michel pretende oponer lo que Léon Bloy llamaba “la indignación caballeresca de la conciencia cristiana”, es decir, los recursos a los que debe recurrir cualquiera que pertenezca a la casta (clase) de los guerreros, que él asocia, quizás de forma discutible, con el ejercicio de la política – aunque el rey es, en efecto, un “político”, en el fondo es antes que nada el primero de los guerreros (pero ya no tenemos reyes) –. Las repúblicas y las democracias han creado una parodia de esta figura en donde hasta el más pequeño de los verduleros puede convertirse en presidente, “jefe del ejército”, trayendo con ello consecuencias fatales y ridículas que pueden llevar a un desastre.

Leer Le Recours à la tradition de Michel Michel, con un prólogo de Fabrice Hadjadj, Collection Téôria, 288p., L'Harmattan, 2021


Entrevista a Michel Michel


DG: El subtítulo de su ensayo, Le Recours à la tradition, hace referencia a Gilbert Keith Chesterton, que declaraba que la Modernidad era “el resultado de antiguas virtudes cristianas enloquecidas”. Chesterton pasó de ser un miembro de la Iglesia de Inglaterra a abrazar un catolicismo incluso más radical y llegando a declarar que: “El mundo no morirá por falta de maravillas, sino únicamente por la falta de asombro”. Así que, al final, todo es cuestión de gustos. Usted es sociólogo y católico, así que, desde esta doble perspectiva, ¿cuál es el gusto que impulsa la interminable curiosidad humana o, como los perros devoradores de los Cantos de Maldoror, de donde viene esa “insaciable sed de infinito”, de “sentir la necesidad del infinito” (1)?

Michel Michel: A lo largo de mi carrera he conocido dos tipos de sociólogos: los que odian el tema que estudian y quieren cambiar la sociedad; y los que aman el tema que estudian y desconfían de cualquiera que quiera subvertir la Creación y la naturaleza humana a ¡a cualquier precio! Yo tengo un inmenso apetito, como usted dice, o, mejor dicho, siento un profundo amor fati (“amor al destino”). Pero estoy de acuerdo con Pascal en que “el hombre evita al hombre”. Me parece que se trata de una puerta de salvación y, al mismo tiempo, la fuente de grandes peligros. El deseo siempre apunta a ir “más allá” – es decir, aspira a la Trascendencia –, pero, si yerra su objetivo, será prisionero de toda clase de transgresiones. Tal vez sea éste el pecado original: haber sido creados “a imagen y semejanza de Dios” y pretender ser “como dioses” al margen de Dios.

DG: Lautréamont, al cual he citado antes, escribe como Maldoror rememoraba las historias de su madre; usted se remonta a su abuela, que, según dice, le leía regularmente cuentos y leyendas. Entonces esto nos lleva a considerar, como decía Ernst Cassirer, que “el hombre no vive en un mundo de cosas, sino en un mundo de signos”. “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” dice Mateo (IV, 4) (2) y también el Deuteronomio (VIII, 3) (3).

Michel Michel: El racionalismo, que es uno de los pilares de la “Modernidad”, conlleva (afortunadamente de forma parcial) a ver la creación no como un conjunto de signos, sino como un conjunto de “cosas” unidas entre sí por los mecanismos del “azar y la necesidad”. Los cuentos y leyendas que me leía mi abuela probablemente me ayudaron a resistir este “desencanto del mundo” (como dicen Max Weber y Marcel Gauchet), pero, lamentablemente, no me transformaron en un chamán o un alquimista. Como demuestra Antoine Compagnon, los “antimodernos” siguen siendo “modernos”. Me hubiera gustado vivir la Tradición sin tener que ser un reaccionario (es decir, reaccionar ante una situación anormal) … Se nos acusa tontamente de “no ser de nuestro tiempo”, pero es precisamente por ser demasiado hijos de nuestro tiempo que vivimos de este modo. Las sociedades tradicionales son “locales”: “Saber cómo plantar coles según […] las tradiciones locales”. Igualmente, la moda consuetudinaria está ligada a una determinada localidad en la que uno vive arraigado. En el mundo moderno, en cambio, la moda significa precisamente el cambiar de moda – por falta de arraigo – y este es un proceso que se acelera cada vez más y al cual estamos completamente sometidos actualmente: la ropa de verano, el largo de las faldas y cualquier otra cosa que se verá como anticuada mañana. El verdadero problema no es “ser de nuestro tiempo” (nadie puede escapar al tiempo en el que le tocó vivir) – aunque, por supuesto, es necesario adaptarse un poco a él –, el verdadero problema es saber cómo escapar (aunque sólo sea un poco) de las garras del tiempo que nos tocó vivir y que denominamos Modernidad. El conocimiento del Hombre antiguo (a través de la Historia), del Hombre de lugares lejanos (a través de la Etnología) y del Hombre que permanece (a través de la ciencia de los arquetipos y, sobre todo, a través de la Sophia perennis) nos permite maniobrar un poco en este Imperio de las “modas” efímeras creado por la Modernidad. Es cierto que este conocimiento no está exento de muchas proyecciones (interpretaciones), pero esta “cultura general” nos permite darnos cuenta que es posible pensar la realidad de otras maneras y relativizar la episteme de nuestro tiempo.

DG: Si continuamos analizando la afirmación de Chesterton no podemos sino pensar en el catolicismo moderno y preguntarle: “¿Por qué la Iglesia se ha aliado con sus peores adversarios?” Todo ello empezó con “el clero juramentado impuesto por Napoleón con el Concordato”, el cual luego se sometió a los sucesivos regímenes que van desde la Restauración a De Gaulle, pasando por Luis Felipe, el Segundo Imperio, la Tercera y la Cuarta Repúblicas, y ni hablar del presente… Bueno, eso en cuanto a la Iglesia “progresista”. Paralelamente, usted también crítica a los católicos “tradicionalista” que prefieran ignorar el pensamiento de René Guénon con el pretexto de que, como ellos mismos dicen, de que “la tradición, tal y como la define René Guénon, es incompatible con la Iglesia apostólica”. Usted pretende dirigirse tanto a sus “hermanos cristianos” como a sus “amigos guenonianos y perennialistas”. Sin embargo, dejando de lado los posibles casos individuales de ciertos “cristianos”, que sin duda no afectan a la verdadera doctrina de la Iglesia, me parece que haces una “crítica” de la obra de Guénon que a veces podría a confundirse con interpretaciones guenonlolatras o guenonófobas (cada una más inapropiada que la otra) en lugar de analizar lo que dice realmente Guénon.

Michel Michel: Por supuesto, Guénon, que murió como un musulmán sufí, no es un Doctor de la Iglesia; sin embargo, ni Platón ni Aristóteles eran cristianos, pero su pensamiento sirvió, no obstante, de base filosófica para el pensamiento cristiano. ¿Por qué no hacer lo mismo con la metafísica de René Guénon? Una militancia real (4) debe basarse en una ética y una episteme metapolíticas que sean capaces de suplantar a las herejías cristianas que dieron nacimiento a la Modernidad, es decir, la reducción del Hombre a un individuo aislado (individualismo), el desencanto y la reducción del mundo a “cosas” que debemos explotar (racionalismo) y el mesianismo del “Hombre Nuevo” esperado por el Progreso (progresismo). Es por eso que debemos inspirarnos en las corrientes de pensamiento antimodernas más coherentes y que podríamos dividir en tres vertientes:

En primer lugar, los efectos sociales de los mitos cristianos (5) que, habiendo triunfando sobre el paganismo (integrándolo dentro de sí en lugar de desintegrarlo), dieron nacimiento a dos civilizaciones milenarias (el Imperio bizantino y la Cristiandad occidental). Fueron estos mismos mitos cristianos (aunque heréticos) los que dieron nacimiento a la Modernidad occidental (descubrimiento de “Nuevos Mundos”, expansión colonial a escala mundial, innovación tecnológica acelerada, etc.). A pesar de este cáncer social (hablo de la civilización occidental, convertida en “cultura mundial”), que pretende suplantar a todas las demás culturas a las cuales califica de “arcaicas” o “primitivas”, no hemos conseguido destruir los mitos que siguen habitando nuestras sociedades, especialmente porque esos mitos siguen siendo cristianos. Incluso aquellos que no se consideran cristianos (como Charles Maurras el siglo pasado y Michel Onfray y Éric Zemmour en la actualidad) están de acuerdo en que la defensa de la civilización europea – y particularmente la francesa – está estrechamente ligada a la columna vertebral de la misma que no es otra cosa que el cristianismo. Es por eso mismo que ellos son indiferentes a la lucha de los “tradis” por la restauración de la Iglesia. La base de esta corriente, que René Rémond llamó “la corriente legitimista”, agrupa a los contrarrevolucionarios, los “católicos franceses” comunes y los “tradis” que aún quedan, todos ellos elementos que sigue siendo posible movilizar incluso hoy en día.

En segundo lugar, los empiristas y escépticos frente a las utopías soñadas por el “Hombre Nuevo” que acarrean toda clase de consecuencias nefastas. Tras todo fracaso revolucionario no dudan en decir: “Vanidad de vanidades […]. No hay nada nuevo bajo el sol” (con el Eclesiastés I, 2-20). Fue precisamente frente a las abominaciones y terribles consecuencias desatadas por la revolución francesa que un liberal como Edmund Burke, un moderado como Hippolyte Taine y un positivista como Auguste Comte (6) desarrollaron muchas de sus ideas. Maurras sintetizó el pensamiento de todos ellos y, de ese modo, fue capaz de sacudir la hegemonía republicana a través de una alianza entre los viejos contrarrevolucionarios y los nuevos reaccionarios partidarios del “empirismo organizador” (de los que Jacques Bainville es un ejemplo bastante representativo). Además, supo unir a esta síntesis a muchos de aquellos que (como los provincialistas, anarcosindicalistas proudhonianos, etc.) se oponían a las consecuencias de una revolución jacobina y “burguesa” que había disuelto los cuerpos intermedios y los derechos de las comunidades tradicionales mediante la ley Le Chapelier, la cual reducía al pueblo a una masa de individuos atomizados.

En tercer lugar, el perennialismo, que se opone radicalmente a la Modernidad. Esta forma de pensamiento fue estructurada (de forma casi cartesiana) por René Guénon, pero realmente puede rastrearse hasta Platón e incluso Nietzsche. El italiano Julius Evola, el suizo Frithjof Schuon, el esrilanqués Ananda Coomaraswamy y muchos otros que han desarrollado los diferentes aspectos de la metafísica compartida por todas las sociedades tradicionales tal y como demuestran antropólogos como Georges Dumézil, Mircéa Eliade y Gilbert Durand. Para esta escuela, la Tradición es “lo que se ha creído en todas partes, siempre y por todos” como decía San Vicente de Lérins en el siglo V. Este adagio no sólo se aplica a la ortodoxia dentro de la Iglesia, sino también, aunque con menos precisión, a todas las tradiciones religiosas de la humanidad cuyos parecidos son denominados como philosophia perennis.

De hecho, si logramos distanciarnos (aunque sea solamente un poco) de la ideología dominante en el mundo moderno, nos damos cuenta que la humanidad siempre ha creído:

Que el ser humano no es ni su propio origen ni su propio fin.

Que existe otro “mundo” (o varios mundos) fuera del que habitamos y que existe una relación entre ellos.

Que aquí abajo el Universo se encuentra animado por lo sagrado y que, por ejemplo, los espacios (lugares altos) y los “puntos celestiales” (10) están marcados por la presencia del Más Allá del mismo modo que el reverso de un lienzo encuentra su sentido en el diseño de su bordado.

Se rinde tanto culto a la inmanencia (ángeles y “dioses”, espíritus y el Espíritu “que sopla donde quiere”) como a la trascendencia de Dios (personal y/o impersonal).

Este culto puede adoptar muchas formas, pero junto con la construcción de tumbas y templos (André Malraux) y el sacrificio (“sacralización”), parece ser el más universal (Joseph de Maistre) de los ritos realizados por personas consagradas a ellos (8).

Es mediante la alianza de estas tres corrientes – la cristiana, la empirista y la perennialista (que Joseph de Maistre reunía en su persona) – como podremos superar la hegemonía subversiva de la Modernidad. Para ello, necesitamos integrar estos tres modos de pensamiento que ya están presentes en la mayoría de nuestros amigos, pero que son algo esquizoides a la hora de combinarse. Esto se aplica a demasiados católicos que se muestran reacios aceptar el exotismo de un Guénon (9) o los perennialistas que se sienten poco atraídos por una Iglesia que (en su forma actual) tiende a reducir la metafísica a una moral de la que se excluye lo trágico (“todo el mundo es bueno, todo el mundo es simpático”). Sin embargo, estas dos corrientes no se excluyen mutuamente: Guénon citaba a Melquisedec y a los Magos venidos del Oriente que llevaban sus dones al niño en el pesebre de Belén como el santo y seña de que el cristianismo es una forma de Tradición primordial, mientras que San Agustín sostenía que la Iglesia reconocía “que no cabe duda que entre los mismos paganos había profetas”. De hecho, hasta épocas muy recientes (como el Concilio de Trento en el siglo XVI) las iglesias solían equiparar los oráculos sibilinos romanos con los profetas del Antiguo Testamento. Además, el epíteto de “católico” dado a la Iglesia significa antes que nada universal y marca claramente su capacidad para abarcar todas las tradiciones como, por ejemplo, la Navidad que es la asimilación de la fiesta del Sol invinctus y de la armonía cósmica (el solsticio de invierno). Las catedrales se construyeron en los antiguos recintos de las tradiciones paganas y cuando Joseph de Maistre afirmaba que el cristianismo no se remontaba a solo dieciocho siglos atrás, sino al origen del mundo, no hacía más que hacerse eco de San Ireneo que sostenía que Adán era ciertamente católico. No era la Iglesia lo que Nietzsche, Evola o Maurras encontraban repugnante, sino sus herejías como el moralismo protestante, el olvido de la herencia romana o ver a “Cristo como el primero sans-culotte” tal y como era predicado por los demócratas cristianos de 1848.

Con esto no trato de unirlo todo con todo, ya que creo que la disputatio es una manifestación inequívoca de un pensamiento realmente vivo, pero creo que para poder “deconstruir” de forma coherente el desorden de los deconstructivistas es necesario volver nuestros ojos a los orígenes del mundo moderno. Los “tradis” han demostrado que sus posiciones son inviables y que tienen que salir de sus capillas y dejar de refugiarse en esa mentalidad encerrada sobre sí misma. Este tradicionalismo de la Reconquista debe ser lo más integrador posible. ¿No debería aliarse a toda familia espiritual que reconozca los fundamentos tradicionales (dentro de la Iglesia y posiblemente incluso fuera de ella)? Hay que saber pasar de un tradicionalismo de la resistencia (en un momento en que el progresismo parecía triunfar) a un tradicionalismo de la reconquista (en un momento en que el progresismo está en crisis).

DG: Aparte de su fe y su lectura de René Guénon, en el curso de sus estudios, investigaciones y reflexiones, ¿qué fue lo que le permitió, un día, darse cuenta de que, más allá de toda razón discursiva, el pensamiento podía desarrollarse analógicamente y, por lo tanto, por medio de símbolos en los que opera la imaginación, es decir, la “evocación de imágenes”, que incluso influyen de forma sutil el estado mental de la vigilia y la conciencia?

Michel Michel: Soy discípulo del antropólogo del imaginario Gilbert Durand e indirectamente de Henri Corbin, Jean Borella, Mircea Eliade, Carl Gustav Jung y Roger Caillois, quienes se negaban a reducir el conocimiento al “cosismo” propio de la razón. Por supuesto, no debemos confundir el uso legítimo de la razón y el razonamiento, que no es más que una de las múltiples formas de “conocimiento”, con el racionalismo, que pretende excluir del conocimiento la intuición intelectual y las analogías simbólicas, así como la dimensión mítica de la historia y los arquetipos que están en la raíz de toda actividad humana. El racionalismo observa el mundo después de haberlo cosificado, además, lo reduce a relaciones “mecánicas” de “causa y efecto” (excluyendo la causa final de Aristóteles), razón por la cual Descartes no ve en el cuerpo más que una máquina. El racionalismo nos enseña a no comprender el sentido de la Creación: después de Descartes vino la apología de la inmanencia (el desencanto del mundo evocado por Max Weber y Marcel Gauchet); después de Kant, vino la exclusión de toda forma de trascendencia, lo que nos lleva inevitablemente a concluir, con Yuri Gagarin en su viaje en el sputnik, que Dios no se encontraba en el cielo.

Si recibes una carta, puedes estudiar la textura del papel, la composición química de la tinta, la historia del alfabeto utilizado, identificar el tipo de lengua al que pertenece su gramática… Pero para comprender el significado de la carta, tienes que recurrir a otra forma de conocimiento. Edmund Husserl, el padre de la fenomenología, observó lo siguiente: “Para nuestra indigencia vital – oímos decir – esta ciencia no tiene nada que decirnos. Justamente, ella excluye por principio las preguntas que, en nuestros desdichados tiempos, son candentes para los seres humanos abandonados a perturbaciones fatales: las preguntas por el sentido o el sinsentido de toda esta existencia humana” (10). El racionalismo, en la medida en que se presenta como único modo de conocimiento, provoca un estrechamiento en nuestra comprensión del mundo e ignora otras formas de pensar que no tienen nada que ver con el mecanicismo. Al hecho de que las personas quieren conservar sus raíces opone el argumento de que los seres humanos no son plantas y, en consecuencia, no tienen raíces. La realidad ontológica, que sitúa al hombre en un lugar cultural por medio de una metáfora, es ignorada por completo y silenciada. El racionalismo no sólo ignora o devalúa los modos de conocimiento que no se basan en el razonamiento, sino que se niega a reconocer ámbitos que sus métodos no pueden explorar o más bien medir (metodología de las ciencias). En esto se parece a la historia de alguien que busca sus llaves debajo de una farola, pero se niega a buscar en otras partes “porque ‘no ve más allá’”.

No obstante, el hecho de que la Modernidad ignore las correspondencias simbólicas y el conocimiento intuitivo de los principios metafísicos, no significa que estos desaparezcan. Con tal de darle un nombre a estos objetos reprimidos que desea ignorarse, la Modernidad ha creado un concepto comodín que separa aquello que merece ser “descubierto” – lo racional – de aquello que debe permanecer “oculto” – lo irracional –. El concepto de lo irracional puede, en ocasiones, considerarse como “superstición”, “credulidad”, “metafísica” o incluso “poesía”. Este desprecio por lo que se considera irracional significa que la razón, que es limitada, ya no reconoce lo que está más allá de ella. El racionalismo es la arrogancia de la razón. En una sociedad racionalista todo lo que es considerado como “irracional” es reprimido. Pero lo reprimido no desaparece, únicamente es considerado como una parte constitutiva de las categorías sociales inferiores: el pueblo (“religión popular”), las mujeres (“intuición femenina”), los “iluminados”, los místicos, los marginados e incluso los desequilibrados (Chesterton los llamaba “lunáticos”). Esto únicamente refuerza el desprecio abiertamente profesado contra lo irracional, ya que, salvo en contadas excepciones, los profesionales, los “conocedores” o expertos intentan aproximarse a estas cuestiones por medios que van más allá del racionalismo, debido a que se han apartado de él.

Al desaparecer el sentido como sentido común, el sentido como orientación que hace que cada elemento se “conecte” con los demás elementos bajo una especie de “magnetismo” polarizado, la orientación, la cual implica que el espacio y el tiempo no son neutros, sino heterogéneos, desaparece: el Levante no es lo mismo que el Poniente; Oriente no es lo mismo que Occidente. Oriente está vinculado al nacimiento y al Origen, mientras que Occidente lo está a la muerte y a los fines últimos de la escatología (11). El espacio simbólico es una narración que tiene sentido y puede ser compartida por la gente. El racionalismo pretende reducir todo a una serie de razonamientos impuestos a todos los demás y al cual todos los demás deben ajustar sus presupuestos epistemológicos; por el contrario, la razón simbólica es universal (12) y se compagina perfectamente con el sentido común. La metáfora simbólica es la única forma en que se puede manifiesta un vínculo entre los distintos planos de la Creación, que une al Hombre con los animales, las plantas y el universo físico y metafísico. Nadie puede sustraerse al conocimiento analógico, porque “lo que es arriba es abajo” (13). Los conceptos son útiles para razonar, pero sólo pueden “distinguir”, es decir, separar. Sólo el pensamiento analógico es capaz de sintetizar, es decir, reconstituir lo “universal” (volver hacia lo uno). La propia ciencia, antaño punto de referencia supremo en un mundo secularizado, se enfrenta ahora a las preguntas de sus sumos sacerdotes acerca de cuáles son sus objetivos, sus límites y sus medios. Tras haberse lanzado a la conquista del conocimiento total en un gran movimiento prometeico que creía barrer el “oscurantismo” mítico-religioso, las ciencias se han fragmentado y especializado en tantas micro-capillas con jergas que únicamente abarcan atisbos cada vez más parciales de la realidad. De ahí la angustia de redescubrir un saber unificado, un saber que vincule la multiplicidad de saberes operativos redescubriendo su sentido perdido y restableciendo las correspondencias indispensables.

Ahora podemos ver hasta qué punto puede ser parcial y falsa una aprehensión puramente cuantitativa de la realidad. Así pues, no cabe duda de que los cimientos sobre los que se han construido el conocimiento y el sistema de representaciones del mundo contemporáneo (la episteme “clásica” definida por Michel Foucault) está en vías de resquebrajarse. El racionalismo antropocéntrico, historicista y desacralizado es como una ola que ha finalizado su recorrido y ahora retrocede con la marea. Mientras tanto, en todas las sociedades tradicionales, desde los chamanes hasta los clérigos, se dice que el orden del mundo gobierna el desorden aparente de este, a lo cual responden los intelectuales del mundo moderno que más bien el desorden está detrás del orden aparente. O, mejor dicho, es el orden de las cosas el que, sobre todo en los descubrimientos de las ciencias humanas, se presenta como el desorden de una alienación intolerable. Allí donde la Época de la Crítica cuestionaba las costumbres de un pueblo en nombre de la Razón con tal de glorificar la Tecnología como negación del Orden Mundial (Hegel), igualmente legitimaba el imperialismo en nombre de los Grandes Principios y justificaba las peores opresiones totalitarias en nombre de la Historia, la Postmodernidad se presenta como una crítica de la crítica, una negación de la negación que finalmente hace posible la emergencia de un discurso positivo. Por lo tanto, sería un error estratégico luchar, siguiendo una línea de pensamiento conservadora, contra las críticas de la Posmodernidad. La tarea de una crítica verdaderamente tradicional no es defender el desorden establecido, la negación del ayer contra la negación de la negación, la ceguera de la Época de la Crítica contra el reconocimiento de esa misma ceguera. Nuestro objetivo es liberar a la Modernidad de aquello a lo que tiende y de ese modo dejar de lado la ideología antropocéntrica que la domina. Al tradicionalismo contrarrevolucionario (la resistencia de un Maistre o de un Bonald) debe sucederle un tradicionalismo posrevolucionario en un tiempo donde la revolución se ha consumado.


Notas:

1. Comte de Lautréamont, Les Chants de Maldoror [I, 8], in Œuvres complètes, Librairie José Corti, 1958, p. 134.

La Bible – Traduction œcuménique, Bibli’o-Société biblique française/Les Éditions du Cerf, 2010, p. 1616.

Id., p. 224-225.

Antes de su reciente adhesión al espíritu del mundo a finales del siglo XX, la Iglesia no estaba tan desvirtuada y se declaraba como “Iglesia militante” dispuesta a afrontar las pruebas que la transformarían en una “Iglesia triunfante”.

Suelo definir el mito (siguiendo a Mircea Eliade) como un relato ontológicamente verdadero, pero aquí prefiero insistir (siguiendo a Georges Sorel) en la eficacia social del mito.

Admirador de Maistre y Bonald, Auguste Comte lamentaba las ensoñaciones de la “edad teológica”, despreciaba la “edad metafísica” (las utopías revolucionarias de la Modernidad) y esperaba la llegada de un periodo que él denominó como la “edad positiva”, una edad que sería tan religiosa como científica.

La heterogeneidad del espacio y del tiempo está en el corazón de la peregrinación. El turismo también, pero el turista es un peregrino que se ignora a sí mismo y apenas sospecha lo sagrado de la creación.

El sacrificio consiste en dar muerte a un animal, a un ser humano o, en el caso de la misa, al Verbo de Dios encarnado. Por eso los sacerdotes son universalmente masculinos (salvo en el vudú haitiano, tan corrompido); las mujeres pueden ser profetas, chamanes o doctoras de la Iglesia, pero no sacerdotes, porque el sacerdote no es ante todo un líder o un guía del coro, sino alguien que sacrifica. Las mujeres dan la vida y les corresponde a los hombres, los guerreros o los sacerdotes, dar la muerte…

Quienes se asusten por este “exotismo” pueden revisar las obras de tradicionalistas perfectamente católicos (si tal cosa es posible) como lo eran Jean Borella, Jean Hani o incluso Gustave Thibon…

Edmund Husserl, La Crise des sciences européennes et la phénoménologie transcendantale, Gallimard, 1967.

La etimología latina de la palabra “Occidente” está vinculada a la caída y la muerte; el mismo simbolismo se encuentra en la distinción entre “Machrek” y “Magreb”, ambas palabras con raíces árabes.

Los arquetipos, desde Platón hasta Jung, han sido considerados como universales.

Hermès Trismégiste, La Table d’Émeraude.


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