domingo, 2 de abril de 2023

Reflexión

 

2 de abril


Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; derribados, pero no destruidos.

2 corintios 4: 8,9


Jorge Matheson, el gran presdicador escocés, escribió las siguientes palabras cuando supo por intermedio de un oculista que se iba a quedar ciego:


¡Oh amor que no me dejarás,

descansa mi alma siempre en ti;

es tuya y tú la guardarás

y en el oceano de tu amor, 

más rica al fin será!


Él escribió también lo siguiente: Hay momentos cuando las cosas me parecen muy oscuras, tan oscuras que aún tengo que esperar la esperanza. Una promesa que demora en cumplirse trae consigo dolor, pero esperar la esperanza, no tener el menor vislumbre de esperanza, sin desesperar; no tener sino noche oscura delante de la ventana, pero mantenerla abierta para ver la posibles estrellas; tener un vacío en el alma, pero reservarlo para que no lo llene una presencia indigna, ¡es la más grande paciencia del mundo! Es Job en medio de la tormenta; es Abraham caminando hacía Moria; Es Moisés en el desierto de Madián; Es el hijo del hombre en el jardín de Getsemaní. 

Se necesita verdadera fe para ver el arco iris en medio de la lluvia; pero se necesita una nube con agua para que se forme el arco. Jorge Matheson aprendió a tener una confianza infantil en Dios, y su testimonio ha bendecido a millones de personas desde su generación.


¿Qué hacer entonces? ¿Sentarnos y decir: 

La noche llegó, el día ha pasado?

Pero cuando la luz del crepúsculo vemos disminuir 

Las estrellas, invinsibles en el día, 

el cielo van llenando.


¿Por que te abates? ¡Espera en Dios!  Yo aún le alabaré.




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