8 mil millones de personas en un pequeño espacio de la tierra
lunes, 29 de junio de 2020
domingo, 28 de junio de 2020
sábado, 27 de junio de 2020
Sé agradecido por lo que tienes
Imagínate por un momento que hubieras nacido en el año 1900.
Foto cortesía de BBC MUNDO
Cuando tienes 14 años comienza la Primera Guerra Mundial y termina cuando tienes 18 con un saldo de 22 millones de muertos.
Poco después aparece una pandemia mundial, la Gripe Española, matando a 50 millones de personas. Y tú estás vivo y con 20 años.
Cuando tienes 29 años sobrevives a la crisis económica mundial que comenzó con el derrumbe de la Bolsa de Nueva York, ocasionando inflación, desempleo y hambruna.
Cuando tienes 33 años los Nazis llegan al poder.
Cuando tienes 39 años comienza la Segunda Guerra Mundial y termina cuando tienes 45 años con un saldo de 60 millones de muertos. En el Holocausto mueren 6 millones de judíos.
Cuando tienes 52 años comienza la guerra de Corea.
Cuando tienes 64 años comienza la guerra de Vietnam y termina cuando tienes 75 años.
Un niño que nace en 1985 piensa que sus abuelos no tienen la menor idea de lo difícil que es la vida, pero ellos han sobrevivido a varias guerras y catástrofes.
Hoy nos encontramos con todas las comodidades en un mundo nuevo, en medio de una nueva pandemia.
La gente se queja porque por varias semanas se deben quedar confinados en sus casas, tienen electricidad, celular, comida, algunos hasta con agua caliente y un techo seguro sobre sus cabezas. Nada de eso existía en otros tiempos. Pero la humanidad sobrevivió esas circunstancias y nunca perdieron su alegría de vivir.
Hoy nos quejamos porque tenemos que usar mascarillas para entrar a los supermercados.
Un pequeño cambio en nuestra perspectiva puede generar milagros. Vamos a agradecer tu y yo que estamos vivos y vamos a hacer todo lo necesario para protegernos y ayudarnos mutuamente.
Pienso que este mensaje debería llegar a todos, y si eres de la misma opinión, ayúdame a divulgarlo.
Gracias por existir.
Colaboración de Aceitunas y alcaparras en facebook
miércoles, 24 de junio de 2020
martes, 23 de junio de 2020
Extinción de las costumbres
BYUNG-CHUL HAN: EN LA SOCIEDAD DIGITAL, EL CONOCIMIENTO SE CONVIERTE EN PORNOGRAFÍA.
BYUNG-CHUL HAN VE EN LA PÉRDIDA DEL RITO Y DEL JUEGO UNA PÉRDIDA TAMBIÉN DEL EROTISMO QUE EN SU OTRA CARA SE REVELA COMO PORNOGRAFÍA.
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han se ha convertido en una de las voces más críticas y lúcidas de la sociedad capitalista, y no por ello poco prolíficas. Han ha publicado un nuevo libro, La desaparición de los rituales, en el que continúa desentrañando los aspectos inquietantes de lo que llama "la sociedad del cansancio", la sociedad contemporánea, la sociedad digital, en la que impera el culto al ego, la autoproducción y el imperativo de producir, eliminando el juego y el ritual, las fuentes de la comunidad y la auténtica libertad.
En una entrevista reciente para El País, Han habla sobre cómo el nuevo coronavirus ha acelerado de manera alarmante este proceso particular del Antropoceno en el que que se extinguen también los rituales, esos actos que exigen otro modo de atención, más cercano a la oración y el involucramiento de sí que al consumo y lo instantáneo. Han observa que el virus amenaza con acabar con los pocos rituales que nos quedaban, como darnos la mano o besarnos al saludar.
Igualmente digno de alarma es el hecho de que la tecnología digital y el "Estado Zoom" están cada vez mejor posicionados en la epidemia, ya sea para el estado de vigilancia biopolítica que se viene o simplemente para el continuo aislamiento convertido en mercancía.
A pesar de la hipercomunicación digital, en nuestra sociedad la soledad y el aislamiento aumentan. Hoy se nos invita continuamente a comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos o preferencias, incluso a que contemos nuestra vida. Cada uno se produce y se representa a sí mismo. Todo el mundo practica el culto, la adoración del yo.
La tecnología digital sólo exacerba la alienación que sufre el individuo moderno, que ha intercambiado la idea de libertad que antes tenía que ver con lo comunitario y con poder elegir bien y participar en el bien común pero que actualmente es sinónimo del ejercicio del libre albedrío y de la satisfacción de los deseos personales.
La tecnología digital no sólo afecta nuestras relaciones con otras personas, afecta nuestra relación con el conocimiento en sí mismo. En la sociedad del rendimiento lo importante es superarse uno mismo y encumbrarse sobre los demás. El conocimiento se convierte en mera utilidad, en algo que adquirimos para subir nuestra performance. Esto llega hasta una suerte de relación pornográfica en la que, como ocurre en las dinámicas modernas del sexo bajo la lógica de la performance y la autosatisfacción, deja de haber erotismo y comunidad. Pues al igual que en el sexo, en el conocimiento podría o debería haber erotismo, juego, posesión, goce estético. Pero esto está ausente en el dominio del dataísmo, la ideología dominante que sugiere que todo es en el fondo sólo información y que si se tiene la suficiente se puede resolver cualquier cosa. El algoritmo como panacea. Han elabora:
El dataísmo es una forma pornográfica de conocimiento que anula el pensamiento. No existe un pensamiento basado en los datos. Lo único que se basa en los datos es el cálculo. El pensamiento es erótico. Heidegger lo compara con el eros. El batir de alas del dios Eros lo acariciaba cada vez que daba un paso significativo en el pensamiento y se atrevía a aventurarse en un terreno inexplorado. La transparencia también es pornográfica. Peter Handke dice en una de sus anotaciones: “¿Quién dice que el mundo ya está descubierto?”. El mundo es más profundo de lo que pensamos.
El dataísmo, la ideología de cabecera de Silicon Valley, reduce el conocimiento a datos y por lo tanto elimina una dimensión del pensamiento que no es cuantificable, pero que es lo que le da sentido a nuestra existencia. Como aquello que no logra cruzar la barrera de un videochat. El leve calor de un cuerpo cercano, la luz de las pupilas que se empiezan a dilatar, la sincronización de la respiración, etcétera.
Es la consagración del Gestell que Heidegger tanto señaló: el modo calculador que "preformatea" la realidad o la naturaleza de tal manera que esta es tenida, por default, como una serie de objetos (o datos) que están a la mano para ser usados por nosotros, para ser consumidos, para ser explotados.
Así para el tecnólogo moderno el árbol ya no es un árbol: ahora además de ser leña o una posibilidad de hacer dinero, es datos. Y si se tienen suficientes eventualmente se podrá solucionar el problema de la existencia humana, lo "humano", que por ahora está asociado con la muerte, el sufrimiento, el misterio del otro.
Fuente:
viernes, 19 de junio de 2020
Más alla de la simple vista
La realidad no existe a nivel cuántico (¿alguna duda de que todo es una creación colectiva?)
En una investigación reciente se comprobó que no hay tal cosa como “hechos objetivos”, ni en la ciencia ni en la vida.
Hace no mucho tiempo, una adolescente llamada Hillary Diane Andales ganó un premio por la manera en la que explicó, en una cátedra virtual de sólo 3 minutos, la teoría de la relatividad. La cuestión no sólo sorprende porque una joven sea capaz de entender y dar a entender a otros algo tan complejo, sino porque su explicación parte de algo muy sencillo: la empatía.
Para entender la teoría de la relatividad, así como la mecánica cuántica, quizá no haya nada más eficaz que ser empático y saber ver a través de la mirada ajena. Eso es lo que hace Andales cuando muestra cómo un 6 puede ser un 9 visto desde otra perspectiva. Pero si siguiéramos estrictamente esta línea, entonces la conclusión inevitable sería que la ciencia no descansa tanto sobre hechos irrefutables como sobre diversas alternativas.
Así, podríamos pensar que un científico jamás puede comprobar un hecho objetivo en la soledad de su laboratorio. Más bien, la ciencia es una creación colectiva –en el más amplio sentido en que podamos concebir tal aseveración–, porque la realidad es un complejo sistema del que todo observador es parte.
…Y cada observador tendrá una visión diferente de aquello que percibe.
Entonces, ¿todos somos científicos? No exactamente. La cuestión está en que nadie –ni siquiera un científico– puede ostentar la verdad absoluta sobre ningún “hecho objetivo”, porque esa realidad que los científicos estudian es una creación colectiva que todos percibimos y modificamos constantemente. Esto ocurre también a nivel cuántico, lo que ha hecho que los físicos cuestionen la realidad en todos sus niveles.
Los hechos alternativos de la física cuántica
Físicos de la Universidad Heriot-Watt realizaron un estudio a nivel cuántico para demostrar que en la cuántica no hay hechos objetivos. Utilizando cuatro máquinas con sofisticadas habilidades de interpretación, así como partículas cuánticas de luz –fotones–, demostraron que la realidad no existe como tal, y que la forma que adopta depende de cómo son percibidos los hechos por cada observador.
La prueba consistió en que dos de las máquinas, llamadas Alice y Bob, recibían un fotón desde una central externa. Después debían interpretar el mensaje y enviar un fotón idéntico a las otras dos máquinas, Amy y Brian. Lo sorprendente fue que estos últimos interpretaron el fotón de manera distinta que Alice y Bob, incluso pese a ser máquinas con un alto grado de precisión. A este estudio se suman otros, que han demostrado que los átomos sólo cumplen su conducta al ser observados. Así que esto va más allá de nosotros y de las máquinas: es una cuestión nanométrica que no puede sino llevarnos a cuestionar la realidad.
Pero entonces, ¿vivimos un mundo irreal y de posverdades?
Algunos neurocientíficos coinciden en que la realidad es una construcción de nuestro cerebro, es decir, de nuestra percepción y nuestras capacidades cognitivas que modelan el mundo. Pero ciertos filósofos contemporáneos han cuestionado tales aseveraciones, ya que esto nos llevaría a basar nuestra existencia en una vieja –y ya superada– premisa cartesiana, la de “Pienso luego existo”. El filósofo Alva Noë, por ejemplo, cree más bien que la percepción es una dialéctica entre nuestro cerebro y nuestro entorno: una relación que transforma aquello que concebimos como real.
Quizá la cuántica se vea también regida por esta dialéctica, en cuyo caso no estaríamos atrapados en las “posverdades” contemporáneas, sino que estaríamos pensando el mundo –y la ciencia– desde un principio de empatía: de intersecciones, intercalaciones e imbricaciones invisibles, presentes en cada nanométrico movimiento vital tanto como en nuestra realidad aparente. Un mundo construido por cada visión y cada acción, pero sí regido por algunas leyes –aunque jamás absolutas–.
Que la realidad no existiese podría convertirse en una verdad universal, aunque tan frágil como cualquier hecho objetivo puede llegar a serlo en un mundo de múltiples verdades, donde los hechos no pueden disociarse de los procesos individuales y colectivos (o visibles y cuánticos).
Fuente:
lunes, 15 de junio de 2020
sábado, 13 de junio de 2020
Aprender desde el olvido
Olvidarse también es importante a la hora de aprender algo nuevo.
El olvido y la distracción suelen asociarse con la torpeza o incluso con la falta de inteligencia. Sin embargo, desde la psicología se ha encontrado que hay un vínculo estrecho entre ser olvidadizo y tener aptitudes destacables en materia de aprendizaje.
En general, la idea del aprendizaje tiende a considerarse como una construcción de habilidades y conocimientos que guardamos en la memoria. De este modo, cuando olvidamos algo, es como si parte de esa construcción se hubiera destruido y ese conocimiento se hubiera perdido.
Sin embargo, el aprendizaje del cerebro humano funciona de un modo no tan lineal. De hecho, ciertas condiciones que generan el olvido de una determinada cosa son las mismas que, en muchos casos, a largo plazo fortalecen ese conocimiento. Pero, ¿cómo?
El ambiente en el que obtenemos una información no solo influye en la memoria, sino también en cómo se codifica la información en el cerebro. Al variar los espacios en los que leemos, por ejemplo, le damos al cerebro la posibilidad de adaptarse a condiciones diversas de manera que no se genere una única referencia para lo aprendido.
Del mismo modo, las pausas y los intervalos durante los procesos de absorción de un contenido también permiten que el cerebro no automatice sus respuestas utilizando solamente la memoria. Es decir, descansar o intercalar ejercicios permite el razonamiento de por qué la respuesta correcta es la correcta.
Por ejemplo, si un jugador de golf practica un solo tipo de tiro cada vez sin variar entre distintas canchas, recorridos y distancias, su técnica se vuelve automática. De esta forma, no sabe realmente jugar al golf.
Así lo explicaron los psicólogos Elizabeth Bjork y Robert Bjork en en el artículo El olvido como amigo del aprendizaje: implicaciones para la enseñanza y el autoaprendizaje, publicado en la revista científica Advances in Physiology Education de la Sociedad Americana de Fisiología (APS, por sus siglas en inglés).
En el proceso de aprender algo nuevo intervienen varios elementos, como el espacio físico donde se estudia o practica una actividad, el tiempo de descanso que se toma y su intercalación con otras actividades.
"Volver a leer en un lugar diferente la misma información, en vez de hacerlo en el mismo lugar, facilita y fortalece el aprendizaje de lo estudiado", explica el texto.
Docentes de la Universidad de California, los psicólogos sostienen asimismo que es más eficaz tomar un descanso entre la primera y la segunda vez que se lee un texto para efectivamente retener la información. Intercalar textos o ejercicios para no repetir dos veces seguidas la misma lectura es también un método eficiente.
Para los Bjork, considerar esas condiciones externas que influyen en nuestra capacidad de absorber un contenido demuestra la necesidad de otorgarle un nuevo significado al aprendizaje, cuyo eje no sea la memoria. En este sentido, los psicólogos remarcan que las dificultades son parte del buen aprendizaje y que los errores que cometen los estudiantes no son sino "un componente esencial de una instrucción efectiva".
Además, señalan que las habilidades de aprendizaje varían en las personas, y que su velocidad al memorizar una determinada información a corto plazo no supone, de ningún modo, una mayor inteligencia.
Fuente:
jueves, 11 de junio de 2020
miércoles, 10 de junio de 2020
domingo, 7 de junio de 2020
sábado, 6 de junio de 2020
Colaboración del Sendero del Chamán
Prisioneros voluntarios
«¿Y cómo lograste llevar tantas almas al infierno en aquella época?
-Por el miedo.
-Ah, sí. Excelente estrategia; vieja y siempre actual.
¿Pero de qué tenían miedo? ¿Miedo a ser torturados? ¿Miedo a la guerra? ¿Al hambre?
-No. Miedo a enfermarse.
-¿Pero entonces, nadie más se enfermaba en esa época?
-Sí, se enfermaban.
-¿Nadie más moría?
-Sí, morían.
-¿Pero, no había cura para la enfermedad?
-Había.
-Entonces no entiendo.
- Como nadie más creía y enseñaba sobre la vida eterna y la muerte eterna, pensaban que solo tenían esa vida, y se aferraron a ella con todas sus fuerzas, incluso si les costaba su afecto (no se abrazaban ni saludaban, no tenían ningún contacto humano durante días y días); su dinero (perdieron sus trabajos, gastaron todos sus ahorros, y aún se creían afortunados siendo impedidos de ganarse el pan); su inteligencia (un día la prensa decía una cosa y al día siguiente se contradecía, y aún así se lo creían todo); su libertad (no salían de su casa, no caminaban, no visitaban a sus parientes... ¡era un gran campo de concentración para prisioneros voluntarios!). Aceptaron todo, todo, siempre y cuando pudieran superar sus vidas miserables un día más. Ya no tenían la más mínima idea de que Él, y sólo Él, es quien da la vida y la termina. Fue así, tan fácil como nunca había sido».
Del libro «Cartas del diablo a su sobrino», de C. S. Lewis, el autor cristiano de las Crónicas de Narnia. El libro se publicó en 1942.
viernes, 5 de junio de 2020
Buda
CUANDO NO SEPAS QUÉ HACER, NO HAGAS NADA: UNA HISTORIA DE INSPIRACIÓN BUDISTA.
UNA PRECIOSA HISTORIA EN TORNO A UNA DE LAS ACTITUDES MÁS DIFÍCILES DE ASUMIR EN LA VIDA: NO HACER NADA Y SÓLO DEJAR QUE LAS COSAS SUCEDAN
Buda y sus discípulos emprendieron un viaje por diversos territorios y ciudades. Un día en que el sol brillaba con todo su esplendor, vieron a lo lejos un lago y se detuvieron, asediados por la sed. Al llegar, Buda se dirigió a su discípulo más joven e impaciente y le dijo:
–Tengo sed. ¿Puedes traerme un poco de agua de ese lago?
El discípulo fue hasta el lago, pero cuando llegó, un carro de bueyes comenzaba a atravesarlo y el agua, poco a poco, se volvía turbia. Ante esto, el discípulo pensó:
«No puedo darle al maestro esta agua fangosa para beber», por lo que regresó y le dijo a Buda:
–El agua está muy fangosa. No creo que podamos beberla.
Pasado un tiempo, Buda volvió a pedir al discípulo que fuera hasta el lago y le trajera un poco de agua para beber. El discípulo así lo hizo. Sin embargo, el lago todavía estaba revuelto y el agua perturbada. Regresó y con un tono concluyente dijo a Buda:
–El agua de ese lago no se puede beber, será mejor que caminemos hasta el pueblo para que sus habitantes nos den de beber.
Buda no le respondió, pero tampoco realizó ningún movimiento. Permaneció allí. Al cabo de un tiempo, le pidió al mismo discípulo que regresara al lago y le trajera agua. Este, como no quería desafiar a su maestro, fue hasta el lago; iba furioso, pues no comprendía por qué tenía que volver, si el agua estaba fangosa y no podía beberse.
Al llegar, observó que el lago había cambiado su apariencia: tenía buen aspecto, lucía calmo y cristalino. Recogió un poco de agua y se la llevó a Buda, quien antes de beberla la miró y le dijo a su discípulo:
–¿Qué has hecho para limpiar el agua?
El discípulo no entendía la pregunta. Él no había hecho nada, era evidente. Entonces, Buda lo miró y le explicó:
–Esperaste y la dejaste ser. De esta manera, el lodo se asentó por sí mismo y ahora tienes agua limpia. ¡Tu mente también es así! Cuando se perturba, sólo tienes que dejarla estar. Dale un poco de tiempo. No seas impaciente. Todo lo contrario: ¡sé paciente! Tu mente encontrará el equilibrio por sí misma. No tienes que hacer ningún esfuerzo para calmarla. Todo pasará si no te aferras.
Fuente:
martes, 2 de junio de 2020
lunes, 1 de junio de 2020
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